Enfermedades psicosomáticas

Enfermedades psicosomáticas

Las enfermedades psicosomáticas son enfermedades con síntomas físicos que no pueden explicarse por enfermedades orgánicas. Los síntomas que provocan estas enfermedades pueden causar grandes molestias en la vida diaria del paciente.

La somatización significa que los problemas emocionales encuentran una salida en forma de síntomas físicos, ya que siempre hay comunicación entre el cuerpo y la mente.

Las dificultades en el diagnóstico hacen que el paciente tenga que acudir a varios especialistas y someterse a diversas pruebas, pero ninguno de ellos puede ofrecer una solución clara y concreta al problema del paciente. Esta ansiedad, junto con las molestias causadas por los propios síntomas, agrava toda la situación y aumenta el sufrimiento del paciente.

Además, la medicina tradicional se centra en los síntomas físicos y olvida las causas reales.

La prescripción de ansiolíticos para determinados síntomas suele dar lugar a que el mismo problema no se resuelva inmediatamente o a que los pacientes vuelvan con nuevos síntomas.

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Es controvertido si la psicosomatización debe considerarse un trastorno psiquiátrico o la presencia de múltiples síntomas que complican la presentación y el diagnóstico de una afección médica común.

¿Cómo se manifiestan los trastornos psicosomáticos en el cuerpo?

Enfermedades psicosomáticas

La psicosomatización provoca, entre otros, los siguientes síntomas.

  • Dispepsia funcional (síntomas y signos de indigestión sin causa aparente).
  • Síndrome del intestino irritable.
  • Síndrome de dolor
  • Fatiga crónica
  • Fibromialgia
  • Rechinar los dientes
  • Enfermedades dermatológicas
  • Insomnio

Además, pueden verse afectados otros sistemas corporales, como el sistema nervioso, el respiratorio, el digestivo, el circulatorio y el musculoesquelético.

Cuando uno de estos sistemas se altera y perturba, la calidad de vida cambia. Por este motivo, los trastornos psicosomáticos suelen ir asociados a síntomas de depresión.

Clasificación de los trastornos psicosomáticos

Los trastornos psicosomáticos se clasifican generalmente en tres categorías.

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Los trastornos psicosomáticos pueden entenderse como enfermedades o trastornos de la salud causados o agravados por problemas psicológicos. Es un trastorno o enfermedad en el que se niega el origen o la influencia de factores físicos o en el que las anomalías físicas observadas no se corresponden con los síntomas físicos de los que se queja la persona.

Una enfermedad psicosomática es un cambio en la relación existente entre la mente y el cuerpo causado por emociones desagradables o negativas, situaciones que provocan cambios importantes en el ciclo vital, el duelo por la pérdida de un ser querido, etc., que dan lugar a un estrés que se manifiesta como síntomas físicos o enfermedad.

Las enfermedades psicosomáticas están causadas por emociones como el miedo, la ira y la pena. Las emociones positivas crean sentimientos de alegría y empoderamiento y nos hacen más fuertes. Las emociones negativas nos debilitan.

En general, se considera que una persona padece un trastorno de somatización si presenta uno o más síntomas físicos y las pruebas médicas demuestran que estos síntomas no pueden explicarse por una causa puramente física. Además, los síntomas y consecuencias de la enfermedad son inesperadamente graves, a pesar de tratarse de una enfermedad.

La ansiedad, el estrés y la depresión pueden afectar a diversas hormonas y provocar cambios en nuestro organismo que nos hacen más susceptibles al dolor y afectan a diversas enfermedades. Se ha demostrado que la depresión debilita nuestro sistema inmunitario y nuestras defensas, haciéndonos más susceptibles a las enfermedades y más difíciles de recuperar.

Es una experiencia positiva, una respuesta orgánica y nuestro bienestar general mejora. Tanto si nos enamoramos como si nos sentimos realizados en el trabajo o comemos algo delicioso, estamos estimulando la misma parte del cerebro, el circuito placer-recompensa. Se libera un neurotransmisor llamado dopamina, que genera una sensación positiva de bienestar general. También ocurre cuando somos amables, aunque la situación sea inicialmente negativa y estresante. Una actitud positiva ante la adversidad también conduce a una respuesta social positiva.

Sin embargo, cuando ocurren cosas en el entorno que desencadenan emociones negativas, la activación cerebral cambia. Se liberan otros tipos de neurotransmisores, como la norepinefrina y la serotonina. Son necesarios para muchas funciones del cerebro, pero sólo en cantidades moderadas. Cuando estas sustancias se liberan en exceso, pueden alterar el equilibrio del organismo y provocar reacciones negativas. Si no se pone remedio a la angustia y sus mecanismos de afrontamiento, el trastorno se vuelve crónico.

La forma en que se vive una situación y las emociones que se desencadenan dependen en gran medida de la individualidad de cada persona. Por lo tanto, no basta con vivir un mal momento o un mal ambiente para desencadenar todo el proceso de encarnación. Hay estudios comparativos que demuestran que incluso las personas que han sufrido un infarto y se han recuperado físicamente con éxito pueden sufrir otro infarto si su personalidad no favorece una respuesta adaptativa a la nueva situación.

Muchas enfermedades están estrechamente relacionadas con el estrés, como las úlceras de estómago, las cardiopatías, la depresión, las migrañas, la gripe y las enfermedades respiratorias, y trastornos digestivos como el estreñimiento. Sin embargo, la mayoría de las enfermedades pueden relacionarse en cierta medida con el estrés y las enfermedades psicosomáticas.

El estrés disminuye la inmunidad al liberar sustancias químicas como el cortisol, redistribuir la energía del cuerpo hacia los órganos que necesitan más recursos en una crisis, como el cerebro y el corazón, y suprimir el sistema inmunitario. Si esto se repite con frecuencia, el organismo se vuelve vulnerable a cualquier ataque del sistema inmunitario. El estrés también suprime la producción de citoquinas, proteínas responsables de regular los mecanismos inflamatorios (por eso el estrés retrasa la cicatrización de las heridas).

Así pues, el estrés (que hoy en día está causado principalmente por la evaluación que hace la mente de la realidad que le rodea) es un factor central para cortocircuitar las respuestas reguladoras naturales del organismo y los mecanismos de "autorreparación".

Las estadísticas y las encuestas muestran que las enfermedades psicosomáticas están muy extendidas: Alrededor del 12% de la población europea padece estas dolencias, y se calcula que una cuarta parte de las personas que consultan a un médico de familia sufren este tipo de enfermedades.

  • Dolor de espalda, 71%.
  • Mareos, aturdimiento, 65%
  • Dolor en las extremidades, 60%
  • Flatulencia en el estómago, 52%.
  • Disnea, 50%
  • Palpitaciones, taquicardia, 49%
  • Dolor articular, 45%
  • Dolor torácico, 44%
  • Náuseas, 43%

Una vez establecido que la depresión, la ansiedad y el estrés son factores que influyen en la aparición, el mantenimiento y el desarrollo de diversas patologías físicas, resulta más fácil comprender la influencia de nuestra mente en nuestro cuerpo y el papel del psicólogo en las dolencias físicas.

Es posible mejorar la calidad de vida de las personas que padecen trastornos psicosomáticos comprendiendo de dónde proceden las molestias físicas y modificando el estrés, las elevadas exigencias hacia uno mismo y el estilo de vida que las provocan.

Los trastornos psicosomáticos se caracterizan porque el paciente sufre un trastorno físico sin ninguna anomalía física y son malinterpretados por muchos en la sociedad.

1- Trastorno de síntomas somáticos

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Las personas con este tipo de discapacidad suelen tener varios síntomas físicos que les causan malestar y les impiden realizar las tareas cotidianas que solían hacer.

La mayoría de las personas a las que antes se diagnosticaba hipocondría entrarían ahora en esta categoría.

Los síntomas pueden ser generales o específicos y pueden reconocerse como síntomas de sensaciones normales (por ejemplo, tener hambre) o de enfermedades leves (por ejemplo, estar resfriado). El síntoma más común en los pacientes con esta enfermedad es el dolor.

No existe una explicación médica para los síntomas físicos, pero esto no significa que el trastorno sea irreal o que la persona sea una "figura de fantasía". El sufrimiento del enfermo es real, y el diagnóstico y el tratamiento de este trastorno son importantes.

Por ejemplo, si una persona sufre un infarto leve sin secuelas y al cabo de una semana experimenta síntomas físicos como dolor torácico y parálisis, estos síntomas se diagnostican como trastorno sintomático somático porque no están causados por el infarto y provocan un gran malestar.

Las personas que padecen esta enfermedad tienden a preocuparse mucho por sus síntomas y su salud en general. Perciben erróneamente estos síntomas como amenazantes, perjudiciales o molestos y se vuelven muy pesimistas, pensando que algo va mal con su salud, incluso cuando las pruebas muestran que están físicamente sanos.

Este tipo suele ir al médico y obtener segundas opiniones de varios médicos. Esto no es beneficioso para ellos, ya que siguen creyendo que les pasa algo aunque se les diga lo contrario, y muchas pruebas diagnósticas y medicamentos pueden empeorar los síntomas que sienten.

2- Trastorno de ansiedad relacionado con la enfermedad

El trastorno de ansiedad relacionado con la enfermedad es una afección en la que una persona está excesivamente preocupada por la posibilidad de padecer una enfermedad grave, aunque no tenga síntomas o sólo tenga síntomas leves. A continuación se enumeran algunas de las personas incluidas anteriormente en los criterios de hipocondría.

Las frecuentes visitas al médico y los exámenes médicos no suelen encontrar ninguna enfermedad que pueda explicar la afección.

A diferencia de los trastornos por síntomas somáticos, la angustia del enfermo no está causada por los síntomas, sino por la creencia irracional de que padece la enfermedad.

Pueden quejarse de síntomas que son sensaciones físicas normales (por ejemplo, mareos) o molestias que no pueden asociarse a una enfermedad grave (por ejemplo, eructos).

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Resumen

Alejandro

¡Hola! Soy Alejandro creador y editor de eldespachoclandestino.com. Si estáis aquí es porque como yo, sois amantes de la buena cocina y la vida saludable. Quédate conmigo y aprendes sobre este apasionante mundo.

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