Ecoansidad Y Solastalgia: Qué Son Y Cómo Prevenirlas

Ecoansidad Y Solastalgia: Qué Son Y Cómo Prevenirlas

Su vida era un mundo de tierra, mar y hielo. Durante miles de años, los helados confines del Ártico han garantizado la existencia de pueblos como los inuit y los sami. Pero, como los frutos amargos de la cosecha de nuestra especie, los fenómenos de este mundo han empezado a cambiar y a fusionar no sólo los ecosistemas en los que viven, sino también sus tradiciones, su cultura y su identidad. Los efectos del cambio climático son tan graves que están causando una serie de problemas en ámbitos importantes pero a menudo ignorados, como la salud mental.

Lo que les ha ocurrido a los inuit y los sami no es ni mucho menos un incidente aislado, sino un aumento constante en un mundo marcado por numerosas crisis. Entre ellas se encuentran la ecoansiedad, la solastalgia y la ecodepresión, que hacen referencia a los miedos, ansiedades y sufrimientos causados por el deterioro del medio ambiente en el que vivimos.

"Ecoansiedad" es un término relativamente nuevo en la historia de la psicología. El cambio climático se ha estudiado en regiones extremas como el norte de Canadá y ha provocado cambios permanentes en los ecosistemas y en las condiciones de vida de los indígenas que allí habitan. Estos cambios han alterado drásticamente los indicadores de salud mental, como la incidencia de la depresión, las crisis de ansiedad y los miedos, especialmente entre los inuit. El suicidio también era frecuente. Los cambios medioambientales alteraron sus sistemas de vida. Ya no podían cazar porque sus destinos de caza se habían desplazado, y las tradiciones ya no tenían continuidad debido a la naturaleza cambiante del hielo. Esto se conoció como eco-ansiedad o eco-depresión", afirma Rodolfo Sapiáinz, investigador del Centro de Ciencia del Clima y Resiliencia (CR)2, psicólogo de la Universidad de Chile y doctorando en factores psicológicos de la gestión ambiental.

La cuestión ha resurgido después de que el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) advirtiera de que el fenómeno se está agravando de forma irreversible, con avances e impactos más amplios, rápidos y sin precedentes. Como era de esperar, volvieron a saltar las alarmas y surgió la preocupación.

En concreto, "la ecoansiedad global presenta una amplia heterogeneidad de signos y síntomas, que van desde respuestas fisiológicas, cognitivas, emocionales, conductuales y sociales", afirma el Dr. Eduardo Sandoval Obando, investigador del Instituto Iberoamericano para el Desarrollo Sostenible (IIDS) de la Universidad Autónoma de Chile. La psicóloga añade: "Resulta más difícil determinar si los síntomas declarados por los afectados están directamente relacionados con los efectos del cambio climático, ya que normalmente se les diagnostican otros síntomas como trastornos de ansiedad, ataques de pánico, reacciones de estrés agudo y trastornos de adaptación.

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Esto se debe en parte a que la ecoansiedad y la solastalgia aún no están reconocidas en manuales de clasificación diagnóstica como el DSM-5 y la CIE-11. Esto no cambia el hecho de que haya estudios e instituciones como la Asociación Americana de Psicología que indican que algunas personas están profundamente afectadas por sentimientos de pérdida, impotencia y frustración porque se sienten impotentes para detener el cambio climático. Siempre es un sombrío "es demasiado tarde".

De hecho, cada vez hay más pruebas al respecto. Por ejemplo, un informe de 2018 del Programa de Comunicación sobre el Cambio Climático de la Universidad de Yale reveló que el 70 % de los estadounidenses está "preocupado" y el 59 % se siente "impotente" ante el aumento del cambio climático.

América Latina no se queda atrás, y la Encuesta Internacional de Cambio Climático 2019 realizada por StatKnows y (CR)2 encontró que el 89% de los encuestados dijo estar "muy" o "bastante" preocupado por el tema, especialmente las mujeres. Algunos afirmaron que la crisis estaba exacerbando la pobreza y la desigualdad. Es probable que Chile siga exactamente la misma tendencia.

En cuanto a la inseguridad ambiental, los síntomas suelen aparecer en la edad adulta, entre los 20 y los 35 años. Sandoval señala que "de alguna manera son la generación que está mejor informada y es más consciente de lo que ocurre en el planeta, comunicándose a través de las redes sociales, formando comunidades virtuales y participando en actividades relacionadas con la protección del medio ambiente."

También preocupa que el estado del planeta se deje en manos de las generaciones más jóvenes. Esto ha dado lugar a diversas iniciativas como #MiPlanetaMisDerechos, una campaña internacional para que la ONU reconozca el derecho de niños y jóvenes a vivir en un medio ambiente sano y libre de contaminación.

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"La crisis climática se manifiesta como una exigencia de respuesta a situaciones reales como la escasez de agua y la contaminación en las zonas afectadas. Allí, los niños y jóvenes toman conciencia de los efectos de la industria, el monocultivo, el extractivismo y las presas en su territorio en situaciones concretas, con consecuencias concretas para la salud y la escasez de agua. Esto significa que el impacto ecológico está directamente relacionado con sus relaciones cotidianas y vitales en sus familias, barrios, corredores y consigo mismos", afirma David Ordenes, director de La Caleta, una empresa que trabaja para promover y defender los derechos de los niños y los jóvenes.

Como se desprende de lo anterior, el escenario medioambiental dista mucho de ser sencillo. Por tanto, el primer paso para abordar los problemas medioambientales es comprender el problema en toda su complejidad.

Primera clave: mirar más allá de los combustibles fósiles

En el mismo estudio realizado por StatKnows y (CR)2 , la crisis climática fue citada como el problema medioambiental más importante que afecta a la población mayor de 18 años en América Latina.

A pesar de los antecedentes anteriores, un informe de IPSOS publicado en abril de 2021 sostiene que existe un desconocimiento generalizado entre los ciudadanos sobre las medidas más eficaces para adaptarse y mitigar la crisis climática. A la pregunta sobre las formas más importantes de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, la respuesta más común fue el reciclaje, seguida de la compra de energía procedente de fuentes renovables y la sustitución de vehículos diésel por vehículos eléctricos o híbridos. El documento señala que, aunque todas estas medidas reducen el impacto, no son las más eficaces.

En este contexto, Sapians describe que hay momentos en los que "se toman ciertas medidas que se convierten en bandera de la lucha y sanan así la conciencia". Por lo general, lo que hago es lo más sencillo que puedo, pero por desgracia las cosas más sencillas suelen ser las que menos efecto tienen. Según el informe que has citado, el reciclaje no parece tener mucho que ver con el cambio climático en términos de reducción de emisiones. Ahorrar energía, reducir significativamente el tráfico de automóviles, utilizar el agua de forma responsable: estas prácticas relacionadas con los recursos hídricos y energéticos son mucho más importantes. O apoyar medidas para proteger los bosques y los ecosistemas que absorben CO2, medidas para proteger los océanos, regular la pesca industrial, etc. La conclusión es que el reciclado también es muy importante para otras cuestiones.

Sin embargo, las catástrofes medioambientales no pueden resolverse con medidas concretas como listas de comprobación, sino que requieren un profundo cambio sistémico, que es el siguiente punto.

La atención se centra a menudo en la crisis climática y las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de los combustibles fósiles, mientras que se ignoran otras cuestiones medioambientales importantes o igualmente importantes, como la pérdida de biodiversidad. Todos forman parte del cambio global y trabajan en sinergia. En otras palabras, cuando se combinan, se exacerban mutuamente y aumentan aún más la degradación medioambiental.

En otras palabras, la deforestación de bosques primarios y matorrales no sólo conlleva la pérdida de biodiversidad (es decir, de especies), sino que también altera procesos como el ciclo hidrológico y el ciclo de nutrientes del suelo, liberando a la atmósfera el dióxido de carbono almacenado en estos ecosistemas.

Esta ignorancia se refleja, por ejemplo, en las políticas públicas que promueven alternativas a los combustibles fósiles al tiempo que aceptan la destrucción de ecosistemas frágiles y poco comunes. Los vehículos eléctricos han acelerado la producción de litio y destruido humedales sensibles como las salinas del desierto de Atacama, en lo alto de los Andes.

Y, "Cuando se afirma que la silvicultura es la base de la reducción de emisiones, hay que tener en cuenta el uso de agua que conlleva la silvicultura en escenarios de megasequía, la erosión del suelo tras la tala y los riesgos de incendio asociados. O cuando se afirma que la minería es la clave para resolver el cambio climático, se habla de la destrucción de acuíferos, la contaminación, el uso del agua, los vertidos y las enfermedades relacionadas con la minería. Hablemos de la historia completa", dice Fernanda Salinas Urzua, doctora en ecología y profesora de sostenibilidad en la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile.

Precisamente lo que es inevitable en este escenario es la justicia social y medioambiental. En este contexto, a veces resulta problemático que se atribuya la mayor "responsabilidad" a los ciudadanos, aunque hay grupos hegemónicos (con poder económico y político), industrias y países ricos (por ejemplo, en el hemisferio norte) que deberían ser los mayores responsables de la degradación medioambiental por las emisiones de gases de efecto invernadero y la destrucción ecológica.

Este punto siempre ha sido controvertido, pero está bien documentado que no sólo las grandes industrias, sino también los países ricos e incluso las personas con mayores ingresos tienen un mayor impacto medioambiental. Según algunas estimaciones, estos últimos consumen unas 20 veces más energía que el resto de la población, independientemente de dónde vivan. Según un estudio realizado en 86 países y publicado en Nature Energy, esta cifra podría duplicarse de aquí a 2050.

La responsabilidad del cambio climático y de la crisis ecológica es muy diferente. No toda la humanidad es responsable de esta crisis. Tal vez sean los ciudadanos chilenos, antes indiferentes y dóciles, los que ya no aceptan o empiezan a aceptar la destrucción de los ecosistemas naturales del país. Y esto no es motivo para alegrarse. Al contrario, creo que tenemos que hacer algo contra la destrucción de los ecosistemas naturales y las enfermedades humanas causadas por la contaminación", afirma Salinas.

No obstante, el investigador de (CR)2 señala que "el cambio climático es un tema que se aborda a distintos niveles de la sociedad, por lo que de nada sirve que los grandes países contaminantes y las grandes empresas hagan su parte y los ciudadanos no hagan la suya". Por ello, es crucial que los países más contaminantes aceleren el ritmo de reducción de emisiones, y ya se han logrado notables avances en este sentido. Cambiar la matriz energética mundial es algo inimaginable hace 20 años, pero que ahora debe producirse con mayor rapidez.

En este sentido, Chile contribuye con cerca del 0,25% de las emisiones globales, pero si nos fijamos en los detalles, los chilenos tienen unas emisiones per cápita superiores a las de otros países de la región, como México y Brasil. Además, este pequeño pedazo de tierra cumple siete de los nueve criterios de vulnerabilidad a este fenómeno, según la ONU. En otras palabras: Estamos muy expuestos a los efectos. Se puede decir que no importa lo que hagamos, pero sí importa", dijo Sapians, y añadió: "Aunque no importe, el problema nos afecta". Por lo tanto, tenemos que cambiar la forma en que tratamos con nuestro entorno.

Eco Anciente en acción.

Cuando se comunican las consecuencias de una crisis medioambiental pero no las soluciones, el miedo puede paralizar a los ciudadanos porque creen que todo está perdido. Sin embargo, podemos actuar por el bien del planeta y, me atrevería a decir, que el miedo en sí mismo no es algo "malo", sino un "estímulo" para vivir en tiempos inciertos.

En este contexto, Sandoval subraya que "la ecoansiedad no sólo está relacionada con sentimientos difíciles como la culpa, la ira y la desesperación, sino también con la activación de las personas para que se comprometan en actividades de protección del medio ambiente". Ciertos grupos, ciertas personas y, como hemos visto, especialmente los jóvenes, pueden participar en actividades, trabajos y organizaciones que trabajan por el medio ambiente".

Por ello, una de las recomendaciones de los profesionales de la salud mental es crear redes de contacto, apoyo y cooperación con personas que compartan las mismas preocupaciones y motivaciones por el medio ambiente. La participación en actividades respetuosas con el medio ambiente, como huertos comunitarios, limpieza de playas y humedales, tenencia responsable de mascotas, etc., puede hacer que las personas se sientan parte de una causa mayor.

Además de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (reducir el consumo de energía), también es importante promover soluciones basadas en la naturaleza. En primer lugar, es importante abordar la conservación y restauración de ecosistemas autóctonos como bosques, matorrales y humedales, que son fundamentales para almacenar carbono y sostener así otros procesos y ciclos esenciales para la vida en la Tierra.

Ver también: Soluciones con la naturaleza: niebla en el desierto, ciudades esponja y otras ideas chilenas.

El conocimiento científico, junto con el de las comunidades locales y los pueblos indígenas, es un importante aliado en este camino.

Para crear en Chile una sociedad resiliente que vea la naturaleza como algo complejo, la sociedad necesita conocer la naturaleza como algo complejo", afirma Salinas. Y hay varias formas de conseguirlo.  Una de ellas es pasar tiempo en la naturaleza, formar parte del ecosistema y aprender distintos oficios, como cultivar alimentos en huertos agroecológicos. Al hacerlo, no sólo producen su propio alimento, sino que también son testigos de las interacciones entre las especies y del papel que desempeñan.

La coexistencia con el resto de la naturaleza, como la fauna salvaje, también es crucial. También se requiere la proximidad a especies que compartan "territorios" comunes. Con casi el 90% de la población viviendo en ciudades, la reintroducción de especies autóctonas en las ciudades es una oportunidad para aumentar el conocimiento sobre las especies autóctonas".

Además, es importante promover la educación medioambiental en la zona y preparar a los niños para la adaptación, la mitigación y la resiliencia desde una edad temprana. Para ello, Aldenesse aboga por que "se reconozcan y promuevan los espacios de recreo y juego como un derecho, que se reconozcan y promuevan las organizaciones infantiles, que se eduque e informe a los niños sobre lo que está ocurriendo en relación con el cambio climático, y que se les ofrezcan experiencias concretas de sus derechos, incluidas las acciones que deben emprender cada día, inspiradas en el buen vivir y el compromiso con la 'acción'". El papel de las autoridades locales como garantes del derecho al territorio a través del proceso de desarrollo cultural, mejorando las escuelas para la educación para la vida y el respeto a la naturaleza." .......

Un portavoz de La Caleta añadió: "Esto supone un cambio estructural en las relaciones de poder, que pasan de estar centradas en los adultos a ser relaciones intergeneracionales respetuosas y abiertas a la participación de niños y jóvenes en todo lo que el cambio climático significa para sus vidas y comunidades."

Al mismo tiempo, urge avanzar hacia formas alternativas de vivir y hacer negocios, y evitar comportamientos como el consumismo, que conducen inevitablemente a la emisión de gases de efecto invernadero y a la destrucción de la naturaleza.

Lea también: ¿Debe seguir creciendo la economía en un planeta finito? Las propuestas para reducir el crecimiento surgen en tiempos de crisis.

Sapians señala que "el problema se hace aún mayor cuando cada vez más gente se ve obligada a comprar cosas que se fabrican utilizando combustibles fósiles y tienen un impacto significativo en el medio ambiente". Lo más importante es cómo incorporamos el medio ambiente a nuestras decisiones cotidianas. Cuando se compra algo, el entorno está presente en el momento de la decisión. No se trata sólo de comprar productos ecológicos y veganos, sino también de evitar las bolsas de plástico y comprar productos fabricados en Chile o en la otra punta del mundo. Observo que ahora hay una ley que se está aplicando y que contribuirá a un cambio cultural.

Otra recomendación de los entrevistados es que las instituciones y los responsables políticos deben tener una agenda medioambiental clara, definida y ambiciosa. En primer lugar, piden que se ejerza el derecho al voto y se elija a candidatos verdaderamente comprometidos con esta cuestión, que se exija a los órganos políticos y técnicos del país que realicen y mejoren su trabajo, y que se siga lo que ocurre en el Parlamento.

Sapiáns señala también que "la profunda integración de las cuestiones medioambientales y climáticas en la nueva Constitución marcará las reglas del juego, como ocurrió en América Latina en el pasado, donde el extractivismo se convirtió en la base de la economía y no se tuvieron en cuenta las consecuencias sociales y medioambientales".

Por otro lado, Salinas afirma que "debemos denunciar públicamente las actividades económicas que amenazan a los ecosistemas naturales y a las personas". Se anima a los científicos a cubrir todas las posibles acciones y casos, como los recursos ante el Tribunal de Cuentas, la Autoridad de Regulación Medioambiental, los tribunales y la participación pública en los proyectos presentados a la Autoridad de Revisión Medioambiental.

Para los investigadores, "es importante cuestionar críticamente nuestro propio estilo de vida y nuestras pautas de consumo. Cómo y cuánto nos movemos, compramos, comemos y tiramos. Porque aunque no podamos detener la crisis climática y medioambiental que nos rodea a cada segundo, sí podemos cambiar la forma en que tratamos nuestro entorno. Porque pasaremos de ser meros consumidores de un sistema degenerado a un escenario regenerativo en el que podamos producir lo que necesitamos (alimentos, compost, utensilios de cocina, productos de higiene, medicamentos, etc.).

En otras palabras, aún hay esperanza para el presente y el futuro de nuestro planeta. Por esta razón, es importante que, como individuos y colectivamente, promovamos el cambio profundo y el cambio de paradigma que la humanidad necesita. Por tanto, debemos pasar del eco-miedo a la acción.

Uno de los temas más debatidos en la actualidad es el cambio climático y su impacto en todos los organismos vivos. Para los humanos, no es sólo una carga física, sino también causa de problemas psicológicos como la ansiedad ecológica y la inseguridad ecológica.

Este término es un neologismo que se ha convertido en un tema candente entre los psicólogos de todo el mundo a medida que más y más personas se ven afectadas por él.

Esto ocurre en un contexto de frecuentes catástrofes naturales provocadas por el cambio climático, por lo que el fenómeno del cambio climático preocupa mucho a mucha gente.

¿Qué es la inseguridad climática y medioambiental?

Ecoansidad Y Solastalgia: Qué Son Y Cómo Prevenirlas

Un punto muy importante sobre la ecoansiedad es que actualmente no se considera una enfermedad. Sin embargo, se sabe que es un problema que puede provocar diversos trastornos mentales. Esto se debe a que se caracteriza por un miedo crónico a los posibles cambios medioambientales debidos al cambio climático.

En este sentido, una de las causas de la incertidumbre medioambiental es que los afectados dedican mucho tiempo a interiorizar las consecuencias de los problemas medioambientales, lo que contrasta con quienes saben poco sobre los problemas del cambio climático y tienen menos probabilidades de experimentar la certidumbre climática.

¿Qué es la solastargia?

Otro problema similar a la ansiedad climática es la solastalgia, que actualmente no se considera una enfermedad. El término se remonta al filósofo Glenn Albrecht, que lo utilizó para referirse al conjunto de trastornos mentales que se producen entre los pueblos indígenas como consecuencia de los cambios en el territorio provocados por el clima y la actividad humana.

En otras palabras, los pacientes de solastalgia son aquellos que se han visto afectados por una catástrofe natural en el pasado que desencadena este trastorno. Se diferencia de la ecoansiedad en que las catástrofes que desencadenan la solastalgia pueden ser de origen humano o natural, por lo que no tienen por qué verse directamente afectados por una catástrofe natural. Al igual que la ansiedad ecológica, se trata de un problema psicológico de actualidad.

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Resumen

Alejandro

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