¿Qué hago si no me gusta la maestra de mi hijo?
Desde que nacen nuestros hijos, pensamos en el colegio al que irán cuando tengan tres años. Tenemos en cuenta muchos factores, como las instalaciones, la proximidad a casa, los conocimientos de inglés, la tecnología y los profesores de la clase, pero también nos centramos en cómo nos sentimos cuando visitamos el centro por primera vez. Si la impresión es buena, siempre seguirás siendo candidato, pero si es mala, probablemente te eliminen de inmediato.
A veces, cuando tienes un colegio y todo va bien, de repente no te gusta nada tu profesor. No sabe cómo entenderle, y el profesor del año pasado no parece haberle dicho que la mejor manera para el alumno es otra. Este tipo de enfoque no le funciona. Los niños están desmotivados en un grado alarmante. Los resultados de años anteriores parecen haber desaparecido antes del final del primer trimestre.
De repente se le plantean mil preguntas: ¿Qué puede hacer? ¿En quién puede confiar? ¿Cómo le cuentas al profesor lo que ha pasado? ¿Cómo afectará a mi hijo si le digo que no me gustan sus métodos? ¿Debo dirigirme primero directamente al administrador o al interesado? ¿Debería comentarlo con otras familias para ver si les ocurre lo mismo? ¿Qué pasa si esto se convierte en "cháchara" de los padres después de clase? ¿Y si mi hijo sabe que no me gusta su profesor?
¿Cómo es posible?
Los niños admiraban al profesor del año pasado y temían al actual. Ya no ansiaban adquirir conocimientos, sino que veían el aprendizaje como una obligación. De la posición de protagonista e investigador a la de observador.
Siempre hablamos de lo importante que es la relación entre el hogar y la escuela. Pero, ¿existe suficiente comunicación entre los profesionales de la educación de los niños? ¿Están en la misma longitud de onda? Se ha investigado cómo aprenden los alumnos. ¿Qué etapas atraviesan antes de hacer suyo el conocimiento? Se supone que los profesores son sólo guías que acompañan a los niños en su camino de descubrimiento. Esto afecta directamente a su autoestima, seguridad y autonomía, que es uno de los principales objetivos de la educación.
Quizás te interesa:Si todos los profesores de un centro se ponen de acuerdo y no pierden de vista este último gran objetivo, los alumnos pueden aprender a valorarse a sí mismos. Una alta autoestima va de la mano de una alta motivación. Por el contrario, un niño puede frustrarse si se centra en objetivos puramente académicos. Su profesor ya no le acompaña en el camino del descubrimiento (que proporcionaba al cerebro el placer del éxito de lograr cosas de forma independiente). Sólo exige el producto final, sin permitirse el lujo de disfrutar del proceso de elaboración.
Esto significa que a menudo falta colaboración vertical en las escuelas. Algunos profesores se desvían del objetivo principal y esto se traslada a los niños (por eso a unos se les favorece y a otros no). Los favoritos estimulan el cerebro de la persona para que experimente "esa sensación". La sensación de que sólo ellos pueden hacerlo.
La mayoría de las veces creemos que el contenido está bien organizado, pero no sabemos cuál es la mejor manera de transmitirlo a los niños. Seguimos demasiado apegados al dicho "cada maestrillo tiene su librillo", pero esto es muy peligroso. Es el profesor el que tiene que adaptarse al alumno, no el alumno el que tiene que adaptarse al estilo de enseñanza del profesor cada año. Esto no quiere decir que no sea importante aprender a tratar y adaptarse a perfiles diferentes. Significa que los profesores tienen que dominar sus procesos de aprendizaje. Y es importante reforzar su motivación, autoestima y sensación de seguridad para que sigan creciendo hacia su objetivo final: la autonomía.
¿Qué podemos hacer para ayudar?
Es importante hablar con los profesores antes de apoyarse fuera del colegio, antes de criticarlos por WhatsApp y, por supuesto, antes de hablar negativamente de ellos delante de los niños.
La conversación debe versar sobre si se fomenta la experimentación en el aula o, por el contrario, si el profesor es el emisor y el alumno el receptor. En estos casos, puede suponer que el cerebro de su hijo no está cómodo porque no está emocionalmente desarrollado. Y usted, como padre, no estará contento de que su hijo no progrese.
Quizás te interesa:Agresividad, falta de concentración, bajo rendimiento, dificultades de comunicación, trastornos alimentarios, etc. Estas son las principales manifestaciones del estrés en niños y adolescentes.
El estrés en los niños es especialmente preocupante porque es el principio de un problema mayor y puede empeorar con el tiempo. Si no se actúa en consecuencia, los efectos negativos del estrés de hoy se convertirán en el obstáculo de mañana.
Este estrés puede estar relacionado con ciertos problemas que afectan cada vez más a los niños, como los problemas de atención y aprendizaje y el TDA/TDAH. Nasya dispone de métodos terapéuticos y motivacionales únicos para ayudar a los niños a recuperar el control de sí mismos.
Hay muchas situaciones que provocan estrés en los niños. Tienen sus propios sentimientos y experiencias. Lo que para nosotros puede parecer anecdótico, para ellos es un mundo estimulante y a veces reaccionan de forma adversa.
El colegio, las actividades extraescolares, los cambios familiares, las relaciones con los compañeros o las visitas al dentista pueden ser motivo de preocupación. Si te pones en su lugar y no te tomas sus sentimientos a la ligera, puedes aumentar su confianza y su bienestar.
Permitir a los niños afrontar sus problemas en un entorno seguro, ayudarles a desarrollar la autoestima y la seguridad, a superar sus miedos y problemas y a adaptarse mejor a la vida cotidiana.
A medida que crecemos, asumimos nuestras propias experiencias, que a menudo se convierten en miedos, ansiedades y amenazas que limitan nuestro comportamiento futuro.
Sin embargo, los niños son auténticas "esponjas" que no tienen ideas preconcebidas y cuya creatividad y capacidades no tienen límites. La plasticidad de sus estructuras cerebrales es máxima, por lo que su capacidad para aprender jugando y desarrollarse de forma natural es óptima.
Síntomas físicos del estrés en los niños
- Dolores de cabeza
- Dolor o malestar estomacal.
- Dolor muscular, especialmente en el cuello.
- Náuseas o vómitos
- Alteraciones del sueño
- Sufre pesadillas
- Llora con facilidad
- Sudoración de las palmas de las manos
- Resfriados frecuentes
- Niveles excesivos de actividad y energía
- Disminución del apetito
- Nicturia o nocturia nocturna
- Problemas con la comida
Síntomas emocionales debidos al estrés
- ¿Sufre ansiedad?
- ¿Se siente excesivamente triste?
- ¿Se preocupa excesivamente por todo?
- ¿Tiene hábitos nerviosos como morderse las uñas, chuparse el dedo o tirarse del pelo?
- ¿Tienes una actitud irritable?
- ¿Tienes una actitud indiferente?
- ¿Siempre pospone o retrasa el trabajo?
- ¿Está demasiado ansioso?
- ¿El niño es incapaz de estar solo o se aferra demasiado a sus padres?
- ¿El niño tiene un miedo excesivo a dejar a las personas implicadas?
- ¿Muestra el niño un comportamiento agresivo?
- ¿Tiene problemas de comunicación?
- ¿Tiene problemas para socializar?
Si cree que podemos ayudarle, no dude en ponerse en contacto con nosotros.
Si quieres conocer otros artículos parecidos a ¿Qué hago si no me gusta la maestra de mi hijo? puedes visitar la categoría Salud mental.
Deja una respuesta
Mas artículos: