Metáforas para comprender la depresión

En su libro Catching the big fish. Meditación, conciencia y creatividad. David Lynch compara la depresión que sufrió al principio de su carrera con la sensación de estar atrapado en un asfixiante disfraz de payaso de goma. Dice que superó esta fase cuando descubrió la meditación trascendental, desarrollada por Maharishi Mahesh Yogi, el gurú que lanzó a los Beatles. Según Lynch, esta técnica le permite acceder al reino unificado de la conciencia (el concepto védico de que todo está interconectado), donde recoge ideas del cine (como la oreja cortada en Terciopelo azul). Sólo menciona una vez al "payaso de la negatividad", pero la espeluznante imagen se queda grabada en la mente del lector.

En 2006, el año anterior a la publicación del libro, Lynch lanzó Inland Empire. Tardó dos años y medio en completarse, pero durante ese tiempo se mostró muy prometedor. Tras el éxito de Mulholland Drive, se esperaba con impaciencia una nueva novela negra del director surrealista. Sin embargo, su nuevo esfuerzo, el más esotérico hasta la fecha, fue aceptado acríticamente por poca gente.

Inland Empire comienza con un prólogo. Una prostituta discute con un cliente en polaco y la abandona en una habitación de hotel. Allí ve un programa de televisión en el que tres conejos gigantes se comportan como humanos. Su conversación incoherente parece una comedia de situación que provoca risas y aplausos. La acción principal de la película comienza cuando Nikki (Laura Dern) abre la puerta de su lujosa casa y se le acerca una desconocida (Grace Zabriskie). La mujer con acento de Europa del Este finge ser una vecina y dice que puede conseguir el papel en la película para la que Nicky hizo la prueba. A continuación, cuenta un cuento popular polaco sobre un niño que provoca el "nacimiento del mal" y una niña que descubre un palacio al final de un callejón. La mujer afirma a Nicky que ella era esta niña y no puede recordar. Confundida y asustada, ordena al intruso que se marche. Para demostrar que no miente, la vecina muestra a Nicky lo que ocurrió al día siguiente. Señala otro sofá de la misma casa donde la actriz está celebrando con sus amigas haber participado en una película. La película habla del rodaje y de cómo Nikki se mete en el personaje que interpreta. Protagonista de todas las historias propuestas hasta ahora -la prostituta polaca, la niña que descubre un palacio al final de un callejón, la actriz de la película y sus personajes de ficción-, es una viajera entre el tiempo y el espacio. En cada historia, ella es víctima de un hombre celoso, y ciertas líneas de diálogo se repiten. La escena del conejo antropomorfo también está relacionada con las demás escenas.

Puede sonar abrumador, y lo es: con una duración de tres horas y multitud de argumentos interrelacionados, Inland Empire no se puede resumir. A primera vista, parece una extensión de la premisa de Mulholland Drive, que trata sobre una actriz inocente que pierde su identidad (ambas películas tratan sobre un director de cine corrupto, y se da a entender que la mafia manda en Hollywood). Sin embargo, la trama acaba tomando la forma de cristales rotos. Cada nuevo fragmento forma una historia que puede leerse de forma independiente, pero que remite a otros fragmentos a través de los huecos. Surgen motivos típicos de la filmografía de Lynch, como mujeres que se cruzan, vidas paralelas y espacios oscuros que conducen a otras dimensiones, pero la película no insinúa una conclusión ni una razón para ello. Esto ha desconcertado a muchos, incluso a los que afirman que las películas de Lynch no tratan sobre la comprensión.

Sin embargo, Inland Empire dista mucho de ser una tergiversación sin sentido. Es la obra que mejor ejemplifica el proceso creativo de Lynch, y es una crónica ilustrada del campamento de unificación representado en Atrapar al pez gordo. Durante el rodaje, escribió el guión día a día, según iba y venía, sin tener en cuenta la trama. En su libro afirma. Pensé en algo, pero luego pensé en otra cosa. No tenía ni idea de qué era ese algo, y no tenía sentido. Luego surge otra idea en otra escena, y esa tercera idea suele estar muy alejada de las otras dos, aunque la segunda ya sea un salto respecto a la primera". Por no hablar de que sus actores "estaban en el limbo". El riesgo estaba ahí", escribe Lynch. Pero todo está conectado, así que al final supe que esta idea estaba conectada con esa otra".

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Si el director pudo crear un calendario de rodaje a partir de sus meditaciones diarias, fue por razones técnicas, ya que rodaba en vídeo digital. Este formato era muy adecuado para grabar cortometrajes que subía a su sitio web (por ejemplo, la serie de comedias de conejos Rabbits). Para ello, grabó un monólogo de 70 minutos que escribió para Laura Dern y que le gustó tanto que lo convirtió en el proyecto de la película Inland Empire. Con el apoyo de la productora francesa Studio Canal, Lynch se liberó de las limitaciones de la fotografía en celuloide. Presupuesto, accidentes de montaje y ritmo de rodaje que califica de "tortuoso".

Las ventajas del vídeo digital parecían poco convincentes para quienes estaban acostumbrados a las texturas variadas y distintas de la obra anterior de Lynch. En comparación, las imágenes de Inland Empire son planas y los colores aparecen desvaídos. Sin embargo, el efecto es intencionado. El director no quiso rodar en alta definición y optó por una cámara de definición estándar". Cuando hay rincones oscuros en las tomas o dudas sobre lo que están viendo, "la mente empieza a soñar". Además, sus rostros están distorsionados, como puede verse en la conversación entre Nikki y su vecina. Aunque sus historias no fueran delirantes, las imágenes irreales tienen un efecto espeluznante. Es una de las mejores secuencias de la filmografía de Lynch.

Tras rodar Inland Empire, Lynch declaró que nunca volvería al cine fotográfico. A día de hoy, tampoco ha vuelto al cine. Sin embargo, el tipo de narrativa abierta y desenredada que perseguía en esa película tuvo su eco en Twin Peaks, la secuela de la serie de televisión de los años noventa. Debido a sus elementos oníricos, la serie ya había roto con los tropos de la época. Pero los nuevos episodios lo hacen parecer más realista. Cada uno de ellos contiene pequeñas historias extrañas y aterradoras que parecen no tener nada que ver entre sí. Claro que sí. El agente Dale Cooper (Kyle MacLachlan) se enfrenta hoy a un doble y se le impide "regresar", pero tenemos la sensación de que saldrá de la oscuridad tarde o temprano.

El Inland Empire ofrece pistas sobre este resultado. No hay ninguna clave para el misterio de la película, ni es un misterio. Sin embargo, hay acontecimientos que devuelven a los personajes a su calma inicial. Nicky mata al Fantasma, un hipnotizador que ha llevado a varias personas a un comportamiento autodestructivo. En el momento de la muerte, el rostro del Fantasma adopta la forma de un payaso, con los labios rojos y una expresión distorsionada y sombría. Su rostro está fusionado con el de Nicky, lo que sugiere que él, como otros, ha sido víctima de influencias malignas. Tras su muerte, los personajes de diferentes historias se reúnen en una escena en la que redescubren el punto de partida de sus historias y lo celebran con risas y canciones. Inusualmente para una película de Lynch, evoca un estado de plenitud que el propio director conoció cuando se liberó de los payasos negativos. Entre ellos está Inland Empire (y el regreso de Twin Peaks), un retrato alucinante de un limbo depresivo". ~

César Ceballos, Natalia Molina, Jannina Senior y Anamaría Zuloaga.
Psicólogo.

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Visión general.

El objetivo del estudio era analizar las experiencias clave en la depresión que, en opinión de las personas, les hacían sentirse mejor. La muestra estaba formada por ocho personas que participaron voluntariamente y relataron sus experiencias. Los resultados mostraron que era necesario contextualizar sus experiencias para que pudieran hablar de lo que les había ayudado. El resultado fueron las siguientes categorías: Descripción de los orígenes, proceso de diagnóstico, cómo vivieron la depresión, factores motivadores, cosas que les hicieron sentirse mejor y proceso de mejora. Los resultados muestran que la motivación para buscar ayuda es reconocer el malestar físico, lo que lleva a autoinformarse. Por lo tanto, la importancia de la búsqueda de ayuda está relacionada con la suposición de que uno está subjetivamente afectado por la depresión o no. La búsqueda de respuestas a la depresión tuvo un impacto significativo en su viaje de salida de la depresión y la autorreflexión que le quedó después de salir, y la mejora también significó recuperación y cambio para ella.

Palabras clave: depresión, cuerpo, duelo, muerte fácil, sentirse mejor.

Visión general.

El objetivo de este estudio era analizar las experiencias clave que las personas consideraban que contribuían a que se sintieran mejor con su experiencia de depresión. La muestra estaba formada por ocho personas que se ofrecieron voluntarias para hablar de sus experiencias. Los resultados mostraron que era necesario contextualizar sus experiencias para poder hablar de lo que les había ayudado. Por lo tanto, se formaron categorías basadas en las siguientes descripciones: Descripción del origen de la depresión, Proceso de diagnóstico, Vivir con depresión, Factores motivacionales, Sentirse mejor y Proceso de mejora. Los resultados mostraron que la motivación para buscar ayuda era reconocer el malestar físico que les llevaba a cuestionarse a sí mismos. Así pues, la importancia de un ayudante estaba relacionada con la aceptación o no de su implicación subjetiva en la depresión. La búsqueda de respuestas a la depresión tuvo un impacto significativo en los caminos que tomaron para superar la depresión y en sus reflexiones sobre sí mismos después de que la depresión hubiera remitido. Esta búsqueda también afectó a lo que para ellos significaba mejorar, es decir, recuperarse o convertirse.

INTRO.

La depresión, considerada por algunos profesionales como expresión de una enfermedad grave y por otros como expresión de un conflicto o un problema personal, se ha convertido en un tema de reflexión en las últimas décadas. Gracias a ello, profesionales de distintos campos han avanzado en aspectos como la definición, la etiología, el desarrollo y el tratamiento.

Sin dejar de reconocer la importancia de las investigaciones que intentan avanzar en la búsqueda de respuestas a estas preguntas y los esfuerzos que se han realizado en diversos campos (medicina, psicología, farmacología, etc.) para aproximarse a este fenómeno, también hay que reconocer que la depresión es una experiencia subjetiva y que corresponde a quien la padece evaluarla y darle un significado específico. La cuestión de qué constituye el "alivio" en la experiencia subjetiva de la depresión es, por tanto, el objeto de este estudio. La pregunta que guió el desarrollo de este estudio fue, por tanto: ¿cuáles son las experiencias clave que una persona que se enfrenta a la depresión percibe como mejores?

En este estudio, la depresión se consideró como una forma de experiencia que se estructura y se expresa en términos de frases explicativas que son valoradas por el enfermo y son significativas para explicar la "realidad" y se puede hablar de por qué la experiencia es significativa. En este sentido, el concepto de sentirse mejor es el resultado de la percepción y el significado que cada informante atribuye a la experiencia y al proceso de mejora. Creemos que el estudio de la experiencia subjetiva de la depresión puede suponer una nueva aportación a lo que se reconoce como enfermedad y a lo que actualmente se considera un tratamiento para la misma.

Materiales y métodos

En consonancia con los objetivos de la investigación, se eligió un paradigma cualitativo desde un enfoque fenomenológico para desarrollar el estudio con el fin de mantener una perspectiva holística que apunte más a la comprensión del significado de la experiencia y busque entender el fenómeno en profundidad dentro de su contexto. Los estudios de casos son una forma particular de acercarse a las experiencias de los encuestados.

La población del estudio incluyó a cinco hombres y tres mujeres de entre 23 y 55 años que fueron contactados mediante reclutamiento abierto en instituciones universitarias de la ciudad o a través de recomendaciones de conocidos. Los criterios de selección incluían que los participantes fueran mayores de edad, que no padecieran ninguna enfermedad médica o neurológica y que hubieran experimentado y mantenido una mejoría de su depresión antes de participar en el estudio.

Se realizaron una o dos entrevistas en profundidad para recabar información. Se trataba de un protocolo con preguntas para guiar la conversación y tener presentes los objetivos del estudio, en lugar de una estructura fija y limitada.

Las categorías que se estudiarán incluyen. Descripción del inicio, proceso de diagnóstico, curso de la depresión, factores de motivación, sensación de mejoría y proceso de mejora.

Hallazgos.

Sin embargo, en las entrevistas con los informantes, fue necesario contextualizar las experiencias en cada caso para mostrar que la salida de la depresión dependía de dónde se encontraba el informante antes de la aparición de los síntomas de la depresión, qué ayuda buscó y cómo resolvió el problema surgido. Esta actitud da lugar a las dos tendencias que trataremos de mostrar.

Los fenómenos característicos de la depresión eran inicialmente indistinguibles de los que se limitaban a reforzar las características preexistentes. Los informantes tendían a aislarse y a ver la vida de forma trágica. Sin embargo, lo que desencadenó el distanciamiento y llevó a las consultas fueron las dolencias físicas: Fatiga, dolor, falta de energía y ánimo para levantarse de la cama, hacer rutinas y cosas que les gustan y estar con los demás. Así que, según su experiencia, sentir poca energía parecía más relevante que sentir poco ánimo, sin carencia.

Para algunos, sin embargo, esta experiencia de sufrimiento depresivo se hizo menos alienante cuando se dieron cuenta de que no sólo no querían hacer nada, sino que querían retirarse sin decírselo a nadie, es decir, enviaban algo fuera de sí mismos. Como resultado de este "no querer" y "no querer vivir", en las profundidades de la depresión ya no sabía lo que pensaba o sentía, y el dolor "moral" se convirtió en dolor físico y en sensación de muerte. Aunque no me suicide, sigo intentando quitarme la vida.

Llamamos a este punto de profunda depresión el "momento de la muerte". Allí se encontraron con factores predisponentes que les deprimieron. Para algunos, lo que sentían en sus cuerpos expresaba lo que no podían entender o expresar. Al comprenderlo, sus sentimientos y sensaciones anteriores, como la ira, la culpa, el miedo, la tristeza y el propio llanto, empezaron a tener sentido. Las sensaciones eran una reacción a las circunstancias en las que su depresión se convirtió en depresión: sus relaciones con los demás.

Para aquellos, sin embargo, cuyo ser interior consistía esencialmente en personalidades y organizaciones deprimidas, la sensación de muerte era más probable. Porque aunque no querían morir, sentían que la muerte era un resultado directo de la depresión. En otras palabras, no se trataba de una metáfora, sino de la amenaza de muerte física.

A pesar de estos dos tipos de sentimientos hacia la muerte, era necesario llegar a ella, darse cuenta de que estaba equivocado, de que tenía que hacer algo, de que había una razón para volver a conectar con la vida.

Los informantes encontraron una serie de factores motivadores que les ayudaron a superar ese momento de muerte o a tomar la decisión de buscar ayuda. Estos últimos quieren saber qué les ocurre, refiriéndose en primer lugar a los síntomas. Los síntomas nos hacen preguntarnos qué está pasando y decidir si vamos a morir o a hacer algo para que sea más fácil. En la mayoría de los casos es el médico quien pregunta por la dolencia física, pero ese "otro que sabe" también puede ser Dios o una persona que ofrece un conocimiento que no puede ser verificado por la ciencia.

El proceso de diagnóstico fue una búsqueda de respuestas concretas a lo que ocurría en mi cuerpo que procedían de la ciencia, pero también fue la apertura de una pregunta a mí misma. Esto se debió a que puede tardar años en diagnosticarse, o los médicos pueden cambiar y los resultados del diagnóstico pueden ser diferentes. La diferencia era que para algunos, la enfermedad de la depresión cerraba la cuestión porque se atribuía a algo externo (aunque fuera "biológico"), mientras que para otros la cuestión se desplazaba a un compromiso subjetivo con la experiencia.

En cambio, los factores que motivan la jubilación se refieren a una imagen ideal de uno mismo, definida sobre todo en relación con la familia. El sentido de la responsabilidad de ser un buen hijo, una buena madre y el pilar de la familia fue el motivo de su jubilación. Se trataba de cumplir lo que cada uno de ellos suponía que la familia esperaba de ellos. Sin embargo, este ideal significaba distanciarse de las expectativas familiares y crear su propio lugar y camino. Se trataba de la propia carrera y de los recursos para comprender lo que uno quería ser para sí mismo y no para los demás.

Esto implica una toma de conciencia inicial de que se puede hacer algo ante la falta de interés y de sentido que ha infestado la depresión.

¿Qué les hizo sentirse mejor?

Las experiencias definidas como ayuda pueden ser de dos tipos: búsqueda de ayuda de otras personas o de conocimientos sobre la depresión y su alivio (atención médica, terapias alternativas, psicoterapia, apoyo religioso y espiritual), y actividades y actitudes que se convirtieron en recursos propios para hacer frente a la depresión.

En cuanto a las formas de tratamiento mediadas por otros, la respuesta requerida en ellas no se limitaba a articular la demanda de curación de los síntomas. La administración de medicamentos era sólo una parte de la comprensión y los conocimientos que se esperaban de un médico. Así pues, la ayuda encontrada en el médico no se limitaba a la medicación, cuya eficacia no puede separarse de la construcción de una relación con un profesional. El mensaje subliminal es que el psiquiatra se dedica al paciente pero lo deja solo. El psiquiatra te dice: "Oh, mira, mira... Yo no soy el solucionador de sus problemas ... No voy a ocuparme de tus problemas... porque tus problemas son tuyos .... no la mía". (...) Si tu problema es tu problema, ven y tómate esta pastillita para tu problema. Si quieres dejarlo atrás, si puedes". Oh, no... Este hombre tenía razón. Sí, sí. Mi problema soy yo. Y sé que será más fácil si dejo de tomar este medicamento ahora.

La principal función que los informantes esperaban que tuviera la medicación era aliviar los síntomas físicos y restaurar la fuerza, que era el primer paso para recuperar las ganas de hacer cosas nuevas por sí mismos, reanudar sus antiguas rutinas y buscar otras formas de tratamiento. Mientras que algunos buscaban tratamiento farmacológico de esta forma, otros adoptaban la postura de que la medicación era el único y esencial tratamiento para la depresión y que los factores externos eran la solución. Uno puede situarse en algún punto intermedio: aquellos para los que la medicación no es la única opción, y aquellos para los que hay otras cosas que pueden hacer por su cuenta, pero que siguen ocupando el lugar de las soluciones externas a la depresión. La otra postura es que la medicación interfiere en la capacidad de pensar responsablemente sobre la propia experiencia, de modo que el cuerpo se recupera pero no se resuelven los problemas subjetivos asociados a la depresión. Pero a veces uno tiene la tentación de recurrir a la salida fácil, tragarse esta pastillita y ya está, pero no, realmente hay que dudar de uno mismo. En realidad, hay que dudar de uno mismo".

Pero aunque los efectos sobre el estado de ánimo no fueran peores que la propia depresión o tuvieran un efecto calmante, los informantes no querían depender de este elemento químico durante mucho tiempo. La dependencia de las drogas o la posibilidad de volverse dependiente de ellas puede llevar a cuestionar la propia autonomía, pero esto no significa necesariamente abandonar el consumo de drogas. Algunas personas temen ser incapaces de continuar sin la droga, que la adicción sea secundaria al mantenimiento de la misma, y que la interrupción de la droga conduzca de nuevo a los efectos mortales de la depresión. A otros les motivó a dejar de tomarla el deterioro físico y el hecho de que sólo afecta al cuerpo, no al estado de ánimo, los pensamientos y la actitud.

Con las terapias alternativas, parte de su beneficio es tomar conciencia del cuerpo de la depresión. Esto fue importante para iniciar o continuar el camino de búsqueda de ayuda y, en algunos casos, para cuestionar lo que se manifestaba en el cuerpo.

Para algunos, la psicoterapia fue útil porque les permitió controlar, identificar y corregir los pensamientos que causaban la depresión. También tendían a encontrar en el diálogo que allí se desarrollaba un lugar donde poder identificar, analizar y preguntarse sobre conflictos personales que creían relacionados con su depresión. Esta confrontación les abrió la posibilidad de cambiar su actitud hacia el mundo y los demás, de pedir ayuda a los demás y de tomar decisiones que ya habían tomado por sí mismos. El hecho de que algunas personas no recibieran ayuda a través de este tipo de tratamiento estaba relacionado con su hipótesis etiológica, con problemas en el sistema sanitario que impedían una relación duradera con los profesionales, y/o con la falta de experiencia y comprensión.

Al igual que cuando se pide ayuda a los profesionales, se pueden observar dos posturas a la hora de pedir ayuda a Dios. Por un lado, hay un ligero reconocimiento de que se trata de un problema interno, pero se pide a Dios que elimine o cure la depresión, y por otro lado, se pide a Dios la fuerza y los medios para poner las cosas en marcha por sí mismos.

En otras palabras: Lo que se pedía a los demás como factor externo era crucial para encontrar una ayuda significativa en la respuesta por parte de profesionales, terapeutas alternativos o Dios. Dos tendencias generales sobre lo que cabe esperar de la depresión podrían formularse como expresión de lo interno. Para algunas personas era importante reconocer que la depresión tenía que ver con ellas mismas. Sin embargo, si la depresión se debía a algo externo o a algo desubjetivado en su interior (por ejemplo, un defecto neuroquímico, algo que faltaba en su ser sin otra opción que encontrar un sustituto para el defecto desde el exterior), entonces para ellos eran más importantes las instrucciones precisas dadas por la otra persona en forma de una demostración de conocimientos sobre la depresión o un Las respuestas eran más importantes. Por lo tanto, esperaban que otra persona (de fuera) les diera respuestas a su angustia o que las buscaran dentro de sí mismos, y su relación con el conocimiento asumido por los demás era un punto importante de tranquilidad en su tratamiento. Por lo tanto, era muy importante que hubieran encontrado un lugar en la relación con el profesional en el que pudiera tener lugar el diálogo y que hubieran adquirido conocimientos sobre sí mismos en lugar de que la otra persona supiera qué hacer o comprendiera lo que les estaba ocurriendo.

Los informantes también se dedicaban a otras actividades que consideraban sus recursos y a las que podrían dedicarse una vez recuperados sus cuerpos y facultades. Sin embargo, no sólo se mencionaron actividades específicas realizadas por iniciativa propia o a sugerencia de profesionales, sino también algunos acontecimientos aleatorios. La principal importancia de estos recursos radicaba en el propio proceso de mejora, pero también era evidente la tendencia a adquirir estos conocimientos sobre la depresión por cuenta propia (también a través de otras personas) o a buscarlos fuera.

- Buscar respuestas en los conocimientos científicos sobre la depresión (búsqueda de definiciones y criterios de diagnóstico, encuentros con personas que han padecido depresión) y en los conocimientos sobre uno mismo en relación con la depresión.
- Encuentra soluciones en acontecimientos aleatorios (problemas recurrentes, encuentros con personas que te hacen tomar conciencia de tus sentimientos).
- Expresa lo que sientes, piensas o reflexionas (escribe, haz música, habla con otros sobre lo que te ocurre), o exorciza.
- Sentir lo que ocurre en el cuerpo y reconocer lo que allí se expresa sin racionalizar (yoga, danza, movimiento, dejar de decir palabras).
- Reflexionar sobre la depresión (identificar los pensamientos depresivos y aportar pensamientos positivos) o sobre uno mismo.
- Reincorporarse a la vida cotidiana o participar en actividades que les interesan pero son nuevas para ellos.
- Conocer nuevas formas de ver y vivir el mundo a partir de las experiencias de los demás (talleres sobre la depresión, yoga, masajes, contacto con los demás).

Sus propios recursos desempeñaron un papel a la hora de hacer algo frente a la depresión, apoyando una búsqueda de sentido basada en actividades que ofrecían una especie de ejercicio a través del cuerpo y nuevas formas de interactuar en una realidad compartida con los demás. También supone un cambio en las relaciones con las personas cercanas tras experimentar la sensación de muerte y soledad que conlleva la depresión.

Cabe señalar que los encuentros con compañeros les ayudaron en el sentido de que encontraron en ellos el apoyo y la compañía que necesitaban durante su depresión. Sin embargo, los encuentros con determinadas personas fueron útiles en el sentido de que abrieron la posibilidad de establecer nuevas conexiones con el mundo, explorar y cuestionar sus propias luchas y reconciliarse con su posición habitual en relación con el mundo.

En otras palabras, se dieron cuenta de que no se puede encontrar una solución a la depresión culpando a alguien o poniéndose en una posición de víctima o dependiente. Por último, al tomar conciencia de sus propios estilos de vida, actitudes y comportamientos en distintas situaciones, se dieron cuenta de que podían haber sido los culpables de su depresión, tomaron una decisión, buscaron la forma de hacer algo por sí mismos e iniciaron el proceso de mejora. Esto también influyó en su decisión de dejar la medicación, ya que él mismo era dependiente de ella.

Descripción del proceso de mejora y su origen.

La mejoría puede significar que se siente estable y tranquilo, o que ya no está tan mal como en el momento que describió como "fatal". En este sentido, no todo el mundo puede precisar el momento exacto de su brote de depresión, y no hay un único factor que le hubiera ayudado. Volviendo a la historia: El proceso de recuperación puede consistir en una transformación o en un anhelo de volver a un estado anterior o de recuperación, pero antes de desarrollarlo, es útil mostrar la relación entre estas salidas y la forma en que dan cuenta de la depresión en sus vidas.

La exploración del origen formaba parte de la pregunta "¿Qué nos está pasando y por qué?", relacionada con la depresión en su conjunto. Originalmente, la aparición de la depresión se vinculaba temporalmente a determinadas situaciones que provocaban cambios en sus vidas, a veces con pérdidas evidentes, como el fracaso de relaciones importantes. Sin embargo, el cambio no siempre era una pérdida cuando entraba en conflicto con los ideales del yo. Hasta entonces, el cambio no era más que un acontecimiento externo. De lo poco motivadores que eran los síntomas físicos, las personas deprimidas empezaban a pensar en cosas internas, en sus disposiciones. Algunas personas lo refutan, por ejemplo, diciendo que la depresión puede curarse y tratarse, mientras que otras apuntan a factores biológicos como la mejor explicación para su caso. No creo que los cambios químicos en el cerebro desaparezcan. Se remodelará y restaurará. Los moldes con modelos de pensamiento y terapia farmacológica son esenciales".

Esta tendencia a que las pérdidas (externas) sufridas no justifiquen la enfermedad está asociada a la evasión mediante la recuperación. Volver a un estado anterior suele significar que las personas desearían no haberse deprimido nunca y que quieren recuperar el tiempo perdido, es decir, quieren empezar de nuevo, borrar su vida anterior y empezar de cero. Esto significa que tienden a pensar que la depresión es lo peor que les puede pasar y que no hay mucho que puedan hacer al respecto. Más bien buscan soluciones y remedios externos para acabar con la "enfermedad" y al menos poder llevar una vida "normal". La mejoría que buscan es esencialmente tener menos dolor físico y sufrimiento, lo que generalmente se consigue con medicación, pero en su hipótesis de origen son los factores biológicos los que mejor explican su experiencia. Les resulta difícil saber exactamente qué les ayudó, aunque piensan mucho en lo que harían si volviera a ocurrir. En otras palabras, no reconocen que hayan tenido una influencia decisiva en la entrada o salida de la recesión. Esto crea un miedo a la recaída.

En estos casos, existía la predisposición de que la depresión es una enfermedad, es decir, algo que no se puede controlar ni comprender. Este podría ser el motivo de que las respuestas a la pregunta "¿Qué le deprimió y cuándo?" (una pregunta externa) fueran sugerentes. Por otra parte, la pregunta "¿Por qué se deprimió?" hizo que las respuestas "porque estoy enfermo" o "porque estoy deprimido" desaparecieran por lo general. Para estos últimos, las respuestas apuntaban a algo más interno, en el sentido de una determinada forma de reaccionar ante situaciones que les importaban. ¿Qué me está pasando, algo químico, algo...? Quizá haya algo químico dentro de mí, no lo sé. Pero creo que la parte interior es muy importante, como algo muy subjetivo que ayuda a la gente a salir, mejorar o caer".

La pregunta "¿por qué?" fue un encuentro con la interioridad en sentido subjetivo. Se trataba de entender que la depresión nos pone en el dilema de, por un lado, mantener una determinada forma de relacionarnos que teníamos antes pero que nos resulta desagradable, y por otro, avanzar hacia lo que queremos ser y, sin embargo, rechazar esa forma de relacionarnos que heredamos de nuestras familias.

Y "transformar" significa que hacemos muchos cambios en nuestro ser, en nuestro pensamiento, en nuestra autopercepción, en nuestra percepción de la realidad y en nuestra relación con los demás, y a partir de ahí desarrollamos una filosofía de vida diferente. La actitud de transformación surge de la toma de conciencia de que somos responsables de lo que nos ocurre, de reflexionar sobre lo que vivimos, de cuestionar constantemente nuestras experiencias para que lo que ocurre no se detenga, y para que lo que se hace para sanar se derrame en otros ámbitos y dure Surge de. Estas personas encuentran en su depresión un lugar de autoconciencia y, a pesar de su dolor, son capaces de reflexionar sobre sí mismas, aceptarse y cambiar los comportamientos incómodos, sobre todo en relación con la posición de víctima que habían adoptado antes de caer en la depresión." 'No quiero serlo'. Me gustaría serlo" si nunca lo hubiera experimentado. Porque creo que me ayudó mucho".

Al haber sufrido una depresión, también saben qué la causó y cómo la superaron, por lo que saben cómo afrontarla si vuelven a deprimirse. Otra forma de verlo es que tienes menos probabilidades de recaer, bien porque tu cuerpo te está indicando que tu comportamiento y tu actitud son correctos, basándose en tu experiencia, o bien porque has cambiado respecto a la persona que eras antes de la depresión.

Discusión y conclusiones.

Uno de los aspectos más importantes de la experiencia de la depresión era saber qué era la depresión y qué hacer al respecto. Sin embargo, como hemos visto, esta relación con el conocimiento sobre la depresión también variaba en función de la posición en la que se encontraba el informante en un momento determinado.

Se observaron dos tendencias básicas en los aspectos tratados en las categorías, que hemos denominado "externas" o "internas". En la tendencia externa, la depresión se atribuye a factores que van más allá de lo que nos dicen la ciencia y los terapeutas, factores sobre los que no tenemos control ni podemos entender, y nunca estamos del todo satisfechos con las respuestas. Por lo tanto, sigue existiendo una brecha entre su propia experiencia y los conocimientos de los demás, y sienten que no se les comprende. Esto se refleja en el hecho de que esperan que alguien les dé una respuesta a su depresión, tal vez en forma de receta (medicación o instrucciones), pero critican más a los psicólogos por no conocer o comprender plenamente su depresión.

En esta tendencia, el diagnóstico significaba enfermedad, pero ya no lo interpretaban como una condición sino como una cualidad de su ser. Cabe destacar, sin embargo, que aunque estas personas encontraban explicaciones orgánicas a la extrañeza de la depresión, siempre permitían dudar de la implicación de su subjetividad tanto en las causas de la depresión como en lo que les permitía escapar de ella. Aunque la depresión plantea cuestiones de interioridad, éstas no han desaparecido por completo, como si no pudieran responderse desde dentro. Esta comprensión de la interioridad como algo biológico, algo interno, algo desconocido e inexplicable por la subjetividad, influye en la búsqueda constante de respuestas en el exterior, que ya no es la forma correcta de afrontar la depresión. En estos casos, leemos lo que ocurre en el cuerpo en lugar de lo que ocurre a través del cuerpo. En este sentido, los síntomas siguen siendo incomprensibles y misteriosos para la persona deprimida. Por lo tanto, no está en sus manos si recaen o no.

Por otro lado, parece haber una tendencia a considerar la depresión como una experiencia que tiene que ver con la visión única del mundo de una persona, con el lugar que ha ocupado en su historia familiar, algo que tiene sentido histórico. Aunque al principio no supieran lo que les ocurría, la ayuda ofrecida por los demás en esta tendencia no era una comprensión que no tuvieran para sí mismos. Más bien, los demás les ayudaron porque la aparición de la depresión fue un medio para preguntarse qué relación tenía con lo que les ocurría en relación con las personas que esperaban que les quisieran. En otras palabras, fue una elección que hicieron con una mayor conciencia de lo que podían hacer en la vida, no sólo para aliviar su enfermedad y sus síntomas. Para ellos, la depresión era una forma de expresar, junto con sus cuerpos, su dolor, sus luchas, sus dudas y su incapacidad para encontrar una salida.

Lo interno aquí no es sólo el pensamiento de que hay acciones y elecciones que puedes hacer tú mismo para continuar el camino para salir de la depresión (como ocurría en todos los casos), sino también el pensamiento de que lo que está ocurriendo en tu cuerpo habla de tu propia experiencia, que no es ajeno a ti, que ni tus elecciones ni que escuches a tu depresión cambiarán nada Se trata de creer que no dependes de una sustancia externa o de otra persona para que te dé lo que necesitas para cambiar.

Las consecuencias de distinguir entre estas dos tendencias vinculan las dos dimensiones principales que recorren el proceso y el problema de la depresión desde sus orígenes hasta su recuperación: las relaciones con otras personas (del desamor y el aislamiento a la autocomprensión y la capacidad de amar) y el malestar expresado en el cuerpo (de la sensación de muerte al renacimiento). La pregunta es: ¿qué podemos sacar del dolor?

Llegados a este punto, cabe señalar que hablar de muerte no siempre tiene un sentido negativo. En la mayoría de los casos era necesario llegar a este punto para darse cuenta de que uno se encuentra en mal estado y debe hacer algo al respecto si no quiere morir. Lo que llamamos "momento de la muerte" era originalmente una reacción física, un límite en el que teníamos que hacer frente a lo que nos estaba ocurriendo. Era el lugar donde se expresaba la muerte, pero también el lugar donde había que tomar decisiones para vivir.

A partir de entonces, en cada caso, comenzó el proceso de averiguar qué había causado la depresión y qué decisiones había que tomar para salir de ella. Las soluciones que se siguen buscando ya no se limitan al cuerpo físico, amenazado por el dolor y la muerte, sino que pueden ampliarse a la elaboración y el reconocimiento de lo que aparece en el cuerpo, teniendo en cuenta su dimensión simbólica. Esto significa superar la separación entre cuerpo y mente en relación con los síntomas y encontrar sentido incluso a los cambios externos aparentes. Las ideas que surgieron se basaban principalmente en comprender los síntomas de la depresión en lugar de concebirlos simplemente como dolores físicos.

Aquí se sugiere un posible giro en la depresión como transición de los síntomas literales (que implican que nadie quiere saber y que uno se desconecta de su historia y de los demás) a los síntomas metafóricos para escapar de la depresión. También cabe destacar que la conciencia de tomar una decisión efectiva para "salir de la depresión" no implicaba un mero ejercicio de conciencia o voluntad. Había que pensar, ser consciente, comprenderse a uno mismo a través del cuerpo, escuchar lo que el cuerpo nos decía cuando la mente fallaba, y seguir elaborando la experiencia.

En este sentido, aliviar los síntomas también consiste en contener lo que la depresión tiene que decir. No niega el dolor físico, sino que, por el contrario, hace que este dolor, que aparece en el cuerpo como muerte material, sea legible no literalmente, sino como metáfora del estado interior de la persona deprimida, y abre la posibilidad de establecer una nueva conexión con la vida a partir de esta experiencia de muerte. Así pues, la depresión puede ser un dolor inevitable pero necesario, un movimiento del espíritu.

Por supuesto, es conveniente confiar en la voluntad del asesor, aunque para ello sea necesario escuchar y reconocer la subjetividad del asesor, reconociendo así su responsabilidad y libertad en la toma de decisiones. Sin embargo, es importante reconocer que la persona sigue estando subjetivamente implicada en su propia experiencia, en las decisiones que está dispuesta a tomar y en la medida en que se atreve a hacer preguntas o a reaccionar por depresión. En otras palabras, es el conocimiento que la persona construye sobre sí misma a partir de esa experiencia.

¿Cómo responde esta perspectiva de la depresión a nuestra pregunta de investigación? Como se ha dicho antes, es muy importante "salir cambiado" para salir con el pensamiento "ya no me caigo". Y la transformación no tuvo lugar cuando la persona leyó en su experiencia que la muerte y el sentimiento de separación del mundo eran síntomas que había que eliminar, no una metáfora de su estado interior. Tanto la recuperación como la transformación eran vías, pero en ambas tendencias había pruebas de que limitarse a silenciar la depresión no era útil a largo plazo. Sin embargo, esto puede haber estado influido por el hecho de que algunos tratamientos, en particular la medicación, eran respuestas para escapar a la pregunta de qué les pasaba. Esto se refleja en el miedo a la recaída y en la decepción que sienten los que están exteriormente predispuestos al comprobar que las respuestas de su pareja son siempre insuficientes y no les devuelven lo que les falta para llevar una vida "normal".

Desde esta perspectiva, el duelo debe considerarse no sólo como un proceso de aceptación de la pérdida de un objeto físicamente tangible, sino también como un proceso de elaboración del significado que este acontecimiento tiene en la vida de una persona. Se trata de una experiencia de la que no es fácil darse cuenta para las personas deprimidas, pero de la que pueden aprender algo sobre sí mismas.

Si la depresión no tiene por qué ser una forma "patológica" de duelo o una versión inadaptada del mismo, sino más bien una necesidad de la psique de expresar y procesar sus sentimientos de pérdida, entonces hay que decir que la depresión tiene algo que escuchar. Si los síntomas no están justificados por la situación, entonces la alternativa es que aún no se nos ha dado el espacio para comprender lo que la depresión tiene que decir. Una escucha adecuada no debe conducir a una negación defensiva de la muerte que representa, sino a entenderla como un proceso de transformación simbólica y evitar que esta muerte se tome al pie de la letra.

Observación.

El artículo pertenece al estudio "Experiencias que me ayudaron a sentirme mejor frente a mi depresión", financiado por el CODI a través del CISH y realizado como requisito parcial para graduarme como psicóloga (Colombia).

Agradecimientos.

Agradecemos a la Universidad de Antioquia, al Centro de Investigaciones de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades y al CODI (Colombia) su apoyo y estímulo.

Referencias.

1 Alonso-Fernández, F. (2001): Lecciones de la depresión. España: Cooperación Editorial.
2ª Conferencia "Novedades sobre la depresión". Departamento de Psiquiatría, Facultad de Medicina, Universidad de Antioquia, 27 de agosto de 2004 Carlos A. López, Diana Restrepo, Juliana Gómez, Jorge Olguín.
GRANGER, B. (2003): "¿Es la depresión una moda?" Barcelona: Mundo Científico, nº 246, junio, pp. 34-39.
4 LUYTEN, P.; LOWYCK, B. y CORVELEYN, J. (2003): "Teoría y tratamiento de la depresión: ¿hacia la integración?". Persona: Revista de la Facultad de Psicología de la Universidad de Lima, nº 6, diciembre, pp. 81-97.
5 MANBER, R.; HITT et al. (2003): "Patients' perceptions of depressive illness". Journal of Psychiatric Research, vol. 37, pp. 335-343.
6. moore, Th. (1993): caring for the soul: a guide to nurturing the deep and sacred in everyday life. España: ediciones Urano.
7.(Autor desconocido) (2003): "Depresión. En Revista Semana, 18 de agosto, pp. 20-28.
8.(autor desconocido) (2002); Revista Prisma, nº 18, diciembre. Montevideo.

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Resumen

Alejandro

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