Las 6 fases de una relación y cómo superarlas con éxito
El miedo suele asociarse a acontecimientos como Halloween, pero para los empresarios va mucho más allá. El miedo es algo que la gente tiene por naturaleza. Se desencadena cuando uno se enfrenta a lo desconocido y quiere embarcarse en un proyecto empresarial. Tu sueño Pero también puede coexistir sin obstaculizar tu espíritu emprendedor.
Estos son los 28 mayores temores a los que se enfrentan los empresarios cada día.
Miedo al fracaso
Puede ser el típico miedo emprendedor al fracaso, el miedo a que el proyecto no despegue o el miedo a cometer errores. Este miedo al fracaso puede manifestarse de muchas maneras, como que el producto o servicio no guste a los clientes, no conseguir atraer a inversores que participen en una "gran idea" o no encontrar profesionales con el talento necesario para formar un buen equipo.
A diferencia de Estados Unidos, en España el fracaso está estigmatizado a todos los niveles, tanto si se es emprendedor como empresario.
Cómo superarlo: Intente compensarlas con un plan de negocio muy completo que incluya muchos escenarios posibles y varios planes de contingencia. Debe ser consciente de que nada está exento de riesgos y que es raro tener éxito sin experimentar fracasos y reveses. El miedo al fracaso puede contrarrestarse comprendiendo que se aprende más de los pequeños fracasos. Y es una oportunidad única para crear modelos de éxito a partir de ellos.
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Es una creencia común que a los empresarios no se les reconoce porque tuvieron suerte si tuvieron éxito e incompetencia si fracasaron. Por tanto, los temores más comunes son: el día después del fracaso, no tener la oportunidad de reconstruirse y, más allá, una mala imagen de incompetencia y no poder trabajar como empleado.
Superación: Gracias a la ilusión y a los esfuerzos para que no llegue el día, consigo mantener el miedo dormido. Intento despertar esta motivación en mí, porque soy yo quien motiva al equipo.
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Se dice que el fracaso nos acerca un paso más al éxito, y sin duda es cierto. Tenemos que aceptar que el fracaso es una buena preparación para el éxito que finalmente alcanzaremos, y que necesitamos tener algunos buenos fracasos para reconocer el éxito cuando llegue. Si nunca has fracasado, no puedes disfrutar realmente del éxito.
Sin embargo, solemos estar muy mal preparados para el fracaso porque no esperamos fracasar. El fracaso nos golpea tan fuerte por dentro que nos abruma la sola idea de superarlo. El objetivo de este artículo es ayudarle a situar los sentimientos y reacciones que experimenta cuando sufre un fracaso en un modelo de cinco etapas. Así le resultará más fácil prepararse a tiempo para los fracasos que seguramente experimentará en su camino hacia el éxito.
Quizás te interesa:En 1969, la psiquiatra suiza Elisabeth Kübler-Ross presentó lo que hoy se conoce comúnmente como las cinco etapas del duelo en su libro Sobre la muerte y el morir. Estas cinco etapas también quedaron bellamente ilustradas en la película de 1979 ALL THAT JAZZ (si aún no la ha visto, debería hacerlo, es una gran película). Hay mucho debate sobre la validez científica de este modelo, pero creo que el modelo no tiene por qué ser absolutamente exacto y es una herramienta excelente para comprender mejor la realidad y actuar en consecuencia. Por lo tanto, aplicaré este modelo para mostrar las diferentes etapas en las que experimentamos el "fracaso".
Para aclarar, cada persona es única, cada fracaso es único, y lo que aprendas de él es sin duda único para ti. Sin embargo, es importante recordar que esto es sólo un modelo y una simplificación de la realidad. Estas fases pueden producirse en distintos órdenes o al mismo tiempo. Sin embargo, el objetivo de una mejor preparación puede alcanzarse independientemente del orden o de las emociones concretas a las que uno se enfrente en ese momento.
Nota: Empresarios, emprendedores y profesionales son el público objetivo que tenía en mente cuando escribí este artículo para compartir algunas experiencias y pensamientos relacionados con el fracaso en un trabajo, negocio o proyecto. Por lo tanto, no quiero (ni puedo) dar opiniones o explicaciones médicas o psicológicas.
RECHAZO.
Cuando algo va mal, nuestra primera reacción es creer en una realidad distinta de la que queremos. Negamos los hechos e interpretamos cualquier análisis para pensar que es "sólo un bache" o que "no es tan grave", posponiendo así las decisiones críticas que hay que tomar cuando se reconoce el "fracaso".
En esta fase debemos evitar estancarnos demasiado. Y si está convencido de que "todos los caminos conducen a Roma", debería ser el primero en reconocer el fracaso. Esto será muy útil en la siguiente fase y facilitará que los demás comprendan y afronten la situación con mayor rapidez.
Ira.
Llega un momento en que dejas de negar la realidad y entonces te enfadas y te frustras. Empiezas a hacerte preguntas retóricas como "¿Por qué está pasando esto?" y "Es una gran idea, no puede salir mal".
La ira es una emoción que desborda el cerebro racional. Por muy inteligente y profesional que creas que eres a la hora de afrontarlo, te comportarás como un tigre acorralado dispuesto a luchar y hacer pagar a "alguien".
Acepta tus sentimientos y no tomes aún ninguna decisión seria, porque podrías arrepentirte más tarde. Deja que los vapores se escurran. No tiene sentido dejar los vapores en el interior, ya que afectarán a su salud. Sin embargo, elige con cuidado con quién compartes tu enfado y recuerda que puedes herir a alguien que no te entienda del todo. Si eres empresario, tu cofundador es el socio perfecto para ayudarte a llevar la carga y es el actor necesario en este ámbito. Si no tienes una o no diriges una empresa, otros colegas, amigos y familiares que hayan pasado por lo mismo pueden ser de gran ayuda en esta fase, ya que te comprenderán y te tranquilizarán.
Negociación.
Una vez resuelto el problema, se hará una llamada a la acción y se buscará la manera de solucionarlo. A menudo piensan en qué compromisos pueden hacer para no cometer errores. ¿Y si ya no hago esto o aquello? Si lo que estás afrontando realmente fracasa, nada de lo que hagas cambiará la situación. Así que en lugar de malgastar recursos y tiempo en un proyecto sin futuro, guárdelos para el siguiente.
Esta etapa es quizá la más difícil. Es el punto en el que debes dejar de intentar salvar el proyecto o el trabajo que amas. Si el análisis y la revisión realizados en la primera fase son concluyentes, hay que actuar con rapidez y decisión. Sin embargo, la realidad nunca es en blanco y negro y siempre hay margen para el error, especialmente en el análisis, por lo que te enfrentas a la incertidumbre y a la sensación de pérdida que provoca (que es muy fuerte, más fuerte que la nueva gran idea que tienes delante y que te llevará al próximo éxito). Invertir la tendencia nunca es fácil y requiere madurez y fortaleza.
No importa dónde se origine el problema ni dónde esté la culpa. Convencerse y poner fin al problema es crucial para asumir la responsabilidad de la situación e iniciar el proceso de curación.
Depresión.
Cuando has decidido desconectar, el vacío de dejar ir cosas que han llenado tu vida, pensamientos y sentimientos es inevitable. Puede sentirse triste, asustado, dudar de sus capacidades e incluso pensar que no hay vida después de la muerte.
El duelo es un mecanismo que nos ayuda a "dejar ir". Por supuesto, el tiempo de luto depende de la importancia del proyecto fracasado. El duelo es también una forma de facilitar el recuerdo, de abrir la mente para sintetizar y aprender conocimientos sobre la situación.
Relaja lentamente tu cuerpo estresado y deja que la tristeza se lleve patrones, números y responsabilidades. Pero también forma parte del proceso de curación, borrando recuerdos detallados y sustituyéndolos por una pequeña síntesis de sentimientos, conexiones y personas.
Un error común es saltar directamente a la siguiente aventura e intentar olvidar lo que ha pasado (un clavo saca otro clavo). Sin embargo, se recomienda encarecidamente no hacerlo. A veces no tienes otra opción (por ejemplo, si necesitas un trabajo para vivir). Si es así, debe ser consciente de su situación. Puede solaparse con un nuevo negocio, pero no desaparecerá. Si no lloras la pérdida, no podrás cerrar esta fase y siempre llevarás un ancla pesada que tira de ti.
ACEPTACIÓN.
Esta es la etapa en la que sale a relucir la naturaleza humana. El instinto de supervivencia le ayudará a afrontar los problemas. Entonces empezarás a ver nuevas posibilidades y nuevos caminos y te darás cuenta de que la vida continúa y de que aún queda mucho por hacer.
Debemos utilizar estas señales sutiles que nos da la naturaleza y permitirnos ser más optimistas de lo habitual gracias a ellas. Primero gatea, luego ponte de pie, después camina y, si puedes, corre hacia un nuevo futuro.
Utiliza tu red para ponerte en contacto con gente que conozcas y charlar o tomar un café. Te sorprenderá la cantidad de oportunidades y nuevas ideas que puedes obtener de esta actividad aparentemente superficial. Muchos de ellos también te reconfortarán. Al fin y al cabo, somos seres sociales. Descubrirá que las experiencias que adquiera, especialmente las de sus fracasos, son activos muy valiosos que ahora posee.
Espero que este sencillo y simplón post te ayude a estar mejor preparado y, al menos, te dé la oportunidad de reflexionar sobre cómo afrontaste tu último fracaso, si es que aún no lo has hecho.
Nuestra inteligencia (tanto emocional como intelectual) es lo que nos hace humanos. Si generosamente te has tomado el tiempo de leer esto, tu cerebro ya ha empezado a utilizar este momento para crear excitación en tu mente.
Comente esta entrada y comparta sus experiencias con los demás. ¿Cómo afronta el fracaso? ¿Ha experimentado alguna o todas estas etapas?
Y recuerda: el cambio es la única constante en la vida, y cuanto más lo aceptes, mejor te irá.
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