La esclavitud de la felicidad y las redes sociales
¿Muestran las redes sociales la realidad de cada uno de nosotros tal cual es, o retratan bellamente la misma realidad? Con la proliferación de estos lugares de encuentro accesibles al público, hemos experimentado que la vida con fotos llenas de felicidad, buen humor, madres perfectas, niños sonrientes sin rabietas, es todo muy "feliz". ¿Por qué hay tanto miedo a expresar sentimientos como la tristeza y cuáles son los peligros de hacerlo? Leonor lo analiza hoy en este interesante post. Gracias a Dios tenemos un club donde podemos mostrarnos tal y como somos.
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Cualquiera que sea asiduo a las redes sociales sabe que suelen mostrar su lado "feliz", como Ben Innes, el británico que tuvo la feliz idea de hacerse una foto sonriente con los secuestradores de EgyptAir hace unos días.
Si se pusiera en la piel de este inglés, no pensaría que el secuestrador del avión en el que viaja lleva un cinturón de explosivos (que resultó ser falso) en el cuerpo y sonríe para una foto. ¿Qué harían?
Cuanto más navego por la página de mis amigos de Facebook, más echo de menos dos sentimientos básicos. Hay sitio para fotos de alegría, fotos de viajes, cenas familiares, cenas de grupo, fotos de pareja, gente sonriente, que comparte, activa, feliz, con éxito, deportista, sin miedo. También hay lugar para la ira, la rabia y la indignación. Vemos a amigos compartiendo fotos de refugiados, noticias sobre los sueldos y la corrupción de los políticos y el apoyo a la campaña #yonorenuncio de este club. Pero, ¿dónde está el espacio para la tristeza o para admitir que se tiene miedo?
Quizás te interesa:Si nos fijamos en la red de contactos de una persona, podemos tener la impresión de que es una persona ganadora, alegre y vengativa. Y por muy ganador, alegre y reivindicativo que uno pueda llegar a ser, ¿quién no se ha levantado por la mañana con una tristeza atenazadora en el pecho o una ansiedad sin aliento y ha querido acurrucarse en la cama durante horas? Que levante la mano quien haya escrito alguna vez un tuit sobre ello o haya colgado una foto en Instagram.
Debemos recordar que las redes sociales están pensadas para mostrar la positividad, el buen rollo que nos invade. Y los escaparates representan la realidad, no la realidad.
Un cliente de coaching que está trabajando actualmente en un maravilloso proyecto empresarial que tendrá un éxito fenomenal me dijo hace poco que se sentía estancado, que había perdido el tren.
Me enteré de que llevaba meses trabajando duro para hacer realidad su sueño y llevar su negocio al siguiente nivel. Le pregunté por qué sentía que había perdido el tren y me dijo que se dio cuenta cuando abrió Facebook y vio lo que hacían otras personas y lo bien que les iba el negocio. Le hacía sentir que estaba parado cuando en realidad estaba trabajando y creando en lugar de contarle a la gente lo que hacía.
¿Qué ocurre cuando nosotros, que vivimos entre dudas, miedos y tristezas, nos volvemos hacia el mundo deslumbrante que otros nos muestran a través de sus perfiles? Este es el peligro cuando, como mis clientes de coaching, comparamos nuestra realidad cotidiana con las imágenes glamurosas y triunfantes que nos presentan los demás. Así que tenemos que tener en cuenta que lo que colgamos en la red no es la realidad, sino una representación de la realidad, una representación parcial e interesada. De lo contrario, siempre saldremos perdiendo en esta comparación.
Quizás te interesa:Es parecido a ese coaching "siempre positivo" en el que no creo. Porque hay momentos en los que no puedes hacer algo, por mucho que quieras, o en los que simplemente necesitas un poco de ayuda o una tregua. A veces, como en este vídeo, hay que sentir dolor, rabia y tristeza para sentir alegría, y a veces hay que llorar para sentir alegría.
¿Qué hay de la parte de ti que no muestras en Facebook, Twitter o Instragram, la parte de ti que quieres expresar y te atreves a compartir en los comentarios?
Gustavo Dessal tiene "62 años". Y dice que es porque "cada día invento una razón para querer algo". Viene de Buenos Aires y se define así. Soy testarudo. Soy agnóstico, pero creo en el conocimiento y soy judío. Tengo dos hijas y soy abuelo, lo que está muy cerca de la felicidad. Pero Desar no sólo es testarudo, agnóstico, judío y abuelo, también es psicoanalista y ha publicado recientemente un libro, El retorno del péndulo, del que es coautor con uno de los grandes pensadores de nuestro tiempo, Zygmunt Bauman.
-Bauman y tú estáis de acuerdo en que vivimos en el apogeo del principio del placer, ¡pero que lo sufrimos!
-La historia vacila entre el principio de placer y el principio de realidad que la rige. Y hoy estamos en el umbral del placer y sufrimos.
-¿Qué observas?
-Que consideremos la felicidad no como un mero deseo, sino como un derecho. Esto sólo puede ser frustrante para nosotros.
-La felicidad es efímera.
-Hubo un tiempo en que la felicidad consistía en poder comer, y hubo un tiempo en que no poder comer era suficiente. Hoy, sin embargo, creemos que si somos infelices es porque estamos haciendo algo mal o porque somos infelices. Los pacientes acuden a nosotros el lunes frustrados porque se les prometió un fin de semana de felicidad pero no pasa nada. Hay un denominador común para este malestar, y es la incomprensión del amor.
-¿De qué manera?
-Es un momento en el que crees encontrar en otro lo que te falta, y alcanzas esa perfección uniéndote a él.
-¿Es retórica "la locura y la muerte"?
-Para muchos, no lo es. Me especializo en pacientes que sufren, mueren y matan porque lo confunden con amor.
-¿Por qué enferman?
-Buscan la felicidad que creen merecer y sufren adicción, otra patología de nuestro tiempo. Se atan como esclavos a relaciones y comportamientos que les sostienen y atormentan, y no soportan desprenderse de ellos.
-¿Por qué somos tan adictos a ella?
-Porque con todo placer viene la incomodidad. Hay quienes son adictos a las relaciones tóxicas y soportan la humillación con un placer sonámbulo. También hay quien renuncia a una pareja estable porque tiene "demasiados pelos en la cabeza".
-Las relaciones maravillosas son las que duran.
-porque la relación conyugal exige autenticidad, mientras que en el pasado era lícito conciliar modestamente la realidad y el deseo de otras maneras.
-Mientras la otra parte no lo supiera, eras libre.
-Hoy en día esta dualidad es inaceptable: un paciente con 1000 amigos en Facebook puede quedarse solo el día de su cumpleaños.
-¿Por qué es tan suave el mundo online?
-En el mundo digital, lo que dices sólo es válido mientras lo dices. Por lo tanto, es muy vacío y conduce a la mediocridad y al déficit de atención. La comunicación universal se correlaciona con la soledad universal.
-¿Cómo curar las relaciones patológicas?
-El psicoanálisis no busca una cura, sino un diálogo para conocerse a sí mismo y poder soportar la frustración ante la adversidad. Paradójicamente, los adictos sienten una sensación de vacío cuando alcanzan la madurez, cuando por fin se liberan de su esclavitud. ......
-¿También el amor se ha vuelto líquido?
-Como la pareja, hemos cambiado mucho, pero por dentro seguimos siendo los mismos. Seguimos creyendo en el amor sólido. Por eso nos esforzamos por mantener una relación fiel, leal y estable.
-¿Y también ilusoria?
-El amor siempre participa de algo ilusorio que es inviolable, que lo libera de la biología y lo hace únicamente humano. El amor es ilusorio o no lo es.
-¿Cómo lo sabes?
-La mayoría de las personas que han roto siguen queriendo una relación de verdad.
(2014)
Fuente: Diario Clarín
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