La depresión afecta a un 7% de la gente mayor

La soledad puede no parecerlo, pero en términos de muerte prematura en personas mayores es más grave que la obesidad y tiene graves consecuencias para la salud. La soledad en las personas mayores puede provocar aislamiento social, tristeza y ansiedad, depresión y otras enfermedades neurodegenerativas.

El contacto humano con los demás es esencial para nuestra salud física y mental. Desde el momento en que nacemos, estamos rodeados de familiares y amigos. Sentimos que pertenecemos a un grupo que nos da afecto, compañía, apoyo y cariño. Nos necesitamos para sobrevivir.

En la vejez, la soledad es uno de los problemas más temidos. Cuando las familias no pueden proporcionar los cuidados que los familiares necesitan y desean, la asistencia a domicilio puede ayudar a aliviar esta soledad. Esto se debe a que los ayudantes a domicilio se seleccionan en función de diversos parámetros, como la personalidad, de modo que coincidan con la personalidad del cuidador. Así es como se forman las amistades.

Efectos de la soledad en las personas mayores

¿Cómo afecta la soledad a las personas mayores? Según investigaciones recientes, cuando las personas se sienten aisladas y solas, se libera cortisol, la hormona del estrés. Como consecuencia, aumenta la presión arterial, lo que provoca insomnio y aumenta los síntomas de depresión.

Se ha observado que las personas que se sienten aisladas tienen dificultades para actuar solas y pueden volverse agresivas, retraídas y malhumoradas. Esto dificulta el tratamiento si no se administra a tiempo.

La duda necesaria

El reciente estudio de la Universidad de Chicago también demostró que estas emociones pueden provocar enfermedades cardiovasculares e incluso afectar a los sistemas inmunitario y hormonal.

En cuanto a las emociones y el comportamiento, la soledad afecta directamente a la autoestima y el estado de ánimo de las personas mayores, hasta el punto de que pierden el deseo de interactuar con su entorno, entretenerse y ser sociables. Son el miedo y la tristeza los que llaman a la puerta de las personas mayores aisladas de la sociedad.

El aislamiento social suele provocar sentimientos de soledad y se considera uno de los principales factores de riesgo de distimia, ansiedad y enfermedades neurodegenerativas como la demencia senil, la enfermedad de Alzheimer y la enfermedad de Parkinson.

Soledad innecesaria en las personas mayores

La peor forma de soledad es la llamada "soledad involuntaria", en la que la persona mayor no recibe visitas constantemente o en la que personas muy cercanas a ella, como su pareja, sus hijos o sus amigos, la abandonan para siempre.

Como consecuencia de la soledad, son especialmente preocupantes la aparición de demencia, la pérdida de memoria y la pérdida de habilidades sociales, como la conversación. Por ello, se recomienda que las personas mayores eviten el aislamiento manteniendo buenas amistades.

La asistencia a domicilio para personas mayores tiene como objetivo proporcionar compañía perdida. Esto se debe a que la soledad afecta a todas las personas por igual y casi siempre de la misma manera, independientemente de la clase social, la etnia o el sexo.

• La gente está perdiendo las ganas de vivir.
• La gente añora un pasado del que nunca volverá.
• Sienten que no son útiles, que no se les escucha, que no pertenecen a "algo".

Si no puede dedicar tiempo a su familiar mayor, un cuidador a domicilio es la solución perfecta. Están formados para proporcionar los mejores cuidados y mejorar la autoestima, autonomía e independencia de su ser querido.

La salud mental en la vejez es crucial porque no sólo nuestro estado físico cambia con el tiempo. Nuestra mente, pensamientos y sentimientos también cambian en el proceso de envejecimiento. Cuidando tanto nuestra mente como nuestro cuerpo, podemos gestionar positivamente el paso del tiempo y sus consecuencias. Para ello, es importante mantener la salud mental y espiritual.

• Salud mental de las personas mayores
• Reconocimiento de la depresión en personas mayores
• Promoción de la salud mental
• Psicogerontología, especialidades a considerar.

Salud mental de las personas mayores

El envejecimiento puede causar diversos problemas psicológicos y emocionales. Aparte de diversas enfermedades que afectan a la racionalidad, las personas mayores suelen ser más vulnerables. La soledad y el aislamiento de las personas mayores pueden dar lugar a fobias, como la fobia a las habitaciones oscuras, que deben abordarse para evitar una sensación de declive. Mientras algunas personas mayores se adaptan perfectamente a esta nueva etapa, otras se sienten perdidas y frustradas.

Teniendo en cuenta los cambios físicos y la reducción de la autonomía, es necesario evaluar la salud mental. Las personas mayores tienen mucho tiempo libre. Igual que es importante escucharles y oír sus opiniones, es importante que sigan sintiéndose útiles. Sentirse una carga para los miembros de la familia, perder a un cónyuge o amigo, o sufrir una enfermedad incapacitante puede provocar graves problemas de salud mental; según la OMS, el 7% de la población anciana padece depresión unipolar. Por lo tanto, es aconsejable reconocer y tratar los síntomas.

Reconocimiento de la depresión en los ancianos

A menudo se piensa que la depresión es una enfermedad que sólo afecta a las personas mayores. Sin embargo, hay tantas formas de afrontarlo como personas que experimentan esta fase. Aunque siempre debe acudir a un especialista para que le diagnostique una enfermedad mental, conocer los síntomas de la depresión puede ayudarle a reconocer el problema.

• Tristeza vacía y mórbida.
• Irritable, agresivo.
• Desmotivado, no hace nada.
• Aislamiento, introspección.
• Ansiedad, estrés.
• Culpabilidad.
• Trastornos de la alimentación y del sueño.
• Fatiga física y mental persistente.
• Ausencia de placer.
• Pensamientos negativos, pensamientos suicidas.

Uno puede suponer que los síntomas anteriores son consecuencia directa de la vejez, pero esto es un error. También es un error asociar la soledad con la vejez. Cada vez más personas mayores viven solas y ya no pueden recurrir a los recursos sociales y familiares. Estas situaciones les hacen vulnerables, porque la soledad es un factor de riesgo.

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