6 consejos para comunicarte con tu pareja y evitar el sex...
¿Cuál es su relación con los hijos de su pareja?
Nunca he pensado en entablar una relación con un hombre que tenga hijos.
Pero el destino me llevó a decir que sí.
Aunque tenía claro que quería estar con mi pareja, no lo tenía tan claro en cuanto a tener hijos.
Y uno de ellos me molestó bastante al principio.
Quizás te interesa:Al menos esa fue mi experiencia.
En este artículo me gustaría compartir mi propia experiencia sobre cómo he conseguido establecer un vínculo con mis hijos, especialmente con la hija de mi pareja.
Por supuesto, es difícil generalizar, ya que varía de una familia a otra, de un niño a otro y de una pareja a otra, pero lo que funciona para uno puede ser bueno para otro, así que espero que mis experiencias sean útiles.
Cuando conocí a mi pareja, él tenía dos hijos (un niño de 8 años y una niña de 10) y yo ninguno.
Busqué en Internet información sobre este tema, ya que no lo había estudiado como parte de mi carrera, pero la información que encontré era demasiado general y sólo pude encontrar un artículo interesante.
Quizás te interesa:Por lo tanto, intentaré ser claro sobre lo que considero importante.
Pero antes quisiera aclarar una pregunta que me hacen cuando aún no he conocido a los niños.
¿Cuál es el mejor momento para conocer a los hijos de su pareja?
En mi opinión, es importante que este primer encuentro tenga lugar en una situación tranquila y relajada.
Si aún no vive con su pareja.
Y puedes optar por jugar en el parque, pasear por el bosque, organizar talleres, etc., en un entorno en el que el niño o los niños hagan las cosas que les gusta hacer, "idealmente" fuera de casa.
Y que tengan la oportunidad de participar en actividades que les gusten. Porque así pueden relajarse mejor.
Sin embargo, la situación es preocupante para todos los afectados.
- Para que los padres del niño vean las reacciones del niño y de su pareja.
- Las parejas pueden vivir con miedo al rechazo.
- Los niños también pueden vivir con miedo al rechazo y a lo que esa persona significa para su vida y la de su padre o madre.
Así que recomiendo estar lo más tranquilo posible y saber que es normal que todo el mundo esté un poco nervioso.
Si mantienes constante este primer encuentro, evitarás estar nervioso todo el día.
Estas reuniones deben hacerse gradualmente.
Entonces pasarán cada vez más tiempo con los hijos de su pareja, por ejemplo haciendo actividades juntos en casa o los fines de semana.
Si ya vives con tu pareja.
No hay forma de hacer que los encuentros sean graduales pero respetuosos.
A los niños hay que decirles que son la nueva pareja de sus padres, que viven en la casa y duermen en la habitación con su pareja.
También es importante recordar que sigue siendo una situación tensa para todos los miembros del grupo.
En ambas situaciones.
Lo ideal es tener preparadas algunas preguntas sobre lo que le gusta y hacerle hablar.
Sin embargo, si no responde porque es demasiado tímido o le da vergüenza, sonríe y déjale en paz.
No lo fuerces.
Relájate y confía en que hay otras situaciones de las que hablar y compartir.
Los hijos de la pareja son los hijos de la pareja
Esto puede parecer obvio, pero intente recordarlo de nuevo.
Los hijos de tu pareja pertenecen a tu pareja, no a ti.
En otras palabras: Su "papel" no es ser "su madre" o "su padre". Porque ya los tienen.
En otras palabras, hay muchas cosas en las que no necesito involucrarme: la escuela a la que van, el dentista, las cosas que necesitan para sus hijos, etc.
Son los padres quienes tienen que tomar esta decisión por sus hijos.
Aunque esto pueda hacerles sentir un poco "solos" y "aislados", se sentirán mejor cuando se den cuenta de que es importante que los padres tomen decisiones por sus hijos.
Otra cosa es que no creas que las decisiones de tus padres son correctas o apropiadas para ti.
En este caso, debes consultar a tu pareja y expresarle tu opinión, pero siempre respetando sus deseos.
Los niños no se independizan sólo cuando se van de casa. Es posible que estudien un semestre en un instituto de enseñanza primaria o secundaria antes de valerse por sí mismos.
Por Javier Peris.
Los títulos universitarios suelen obtenerse lejos de casa, y a esta edad el dinero (el de los padres) es lo único que puede marcar la diferencia entre la separación y la emancipación. Las situaciones varían, pero una cosa está clara: la convivencia familiar ya no es la misma y probablemente nunca volverá a serlo.1
1. Todos los niños son todos los niños. Empieza por los que se van. El distante y el tierno, el formal y el imprevisible, el reflexivo y el pesimista, el amable y el agrio.... Cuesta creer que una hija que ha utilizado la casa como refugio durante mucho tiempo de repente se interese a diario por sus padres y hermanos, su abuela y las pequeñas cosas que ocurren en la casa. Cuando llega, como a veces ocurre, no podemos sino alegrarnos.
2. Cada uno tiene sus propias responsabilidades más allá de su personalidad y estado mental. La separación espacial plantea a los niños tareas adicionales, como la comunicación, la gestión, el aprendizaje y, sobre todo, la empatía hacia los padres y otros miembros de la familia. Al principio no siempre es fácil, hay malentendidos y periodos de silencio.
3. Yo lo hago, ¿y tú? Es bueno ser económicamente independiente, pero también se necesita ayuda y orientación a una edad temprana. Los padres tienen que cumplir con sus obligaciones, como pagar y hacerse cargo de las facturas, pero también tienen que hacerlo a tiempo y sin un estrés excesivo. Esto exige la misma disciplina por parte de los niños y garantiza un mínimo de transparencia sobre sus necesidades y los costes que conlleva.
4. Y sin olvidarse de pedirnos dinero. Una queja habitual: "Se va de vacaciones tres días y no le veo desde hace meses.... Me voy con unos amigos". Es comprensible que los jóvenes se sientan oprimidos por su recién descubierta libertad de movimiento, pero eso no lo excusa todo. Si creemos que nuestras quejas son legítimas, tenemos que expresarlas y justificarlas. En primer lugar, para los propios padres y, en segundo lugar, para ayudarles a afrontar su dilema.
5. ¿así es como te hemos educado? Y cuando por fin saludamos a nuestras familias, nos encontramos con que van mal vestidos y han aflojado claramente en lo que respecta al orden y la higiene. Pero, ¿sigue siendo nuestra responsabilidad? Y pensamos que con expresar nuestro disgusto con testimonios y humor, como hacen nuestros amigos, es suficiente. Pues no lo es. Porque ni nuestros amigos ni nadie nos dirá la verdad sobre esos detalles personales.
6. sobreprotección... Soledad Los niños de hoy crecen más protegidos que nunca. Los padres quieren hacer lo contrario, pero hoy en día es casi una necesidad ocuparse de todos los detalles de la vida de sus hijos. Una de las consecuencias de esto es que la separación duele más a los padres, les confunde más y cambia más sus vidas. La buena noticia es que hay -al menos emocionalmente- muchas más formas de comunicarse.
7. Todos los síndromes El famoso "síndrome del nido vacío" no tiene base médica. Tampoco se ha descrito el "síndrome de plenitud súbita", que se produce con el nacimiento del primer hijo y cambia la vida de la pareja por varios motivos y con mayor intensidad. El duelo de la separación, el repentino cambio de rutina, la reorientación de la atención y la coincidencia de fases biológicas ansiosas pueden ser, por supuesto, una fase psicológicamente compleja para los padres. Pero también son previsibles.
8. Este síndrome es el suyo propio. Por el síndrome duro y verdaderamente trascendente que atraviesan los niños cuando se ponen en marcha. La forma en que pasen sus primeros años de independencia determinará en gran medida su futuro. Los padres no deben interferir, pero sí asegurarse de que siguen ahí, cerca y siempre dispuestos a ayudar en lo que haga falta.
9. no queremos problemas. El niño ha volado. Tiene una familia propia que puede vivir lejos, y su hija o yerno no quiere hacer nada por él o ella.... No queremos crear problemas. Esto es algo malo. Le recomendamos encarecidamente que tome la iniciativa en su relación con los hijos que han abandonado la familia.
10. Rutinas saludables Por ejemplo, no es una buena práctica suponer que los niños no deben perderse ni una sola cena de domingo. Tampoco deben regañar a alguien si no llama durante unos días. Una rutina saludable es algo que nos imponemos porque sabemos que es buena y necesaria. Por supuesto, lo programado se agradece, pero no es lo más importante.
11. Sé positivo, nunca negativo. ¿Qué hace que un niño se desvincule emocionalmente de sus padres? Que la relación no aporta alegría, satisfacción ni consuelo. Así de sencillo. Y con demasiada frecuencia la culpa es de los padres, que no pueden evitar juzgar y corregir constantemente a sus hijos. Lo que los jóvenes esperan de sus padres no son buenos consejos profesionales o sentimentales, sino sobre todo amor y apoyo.
12. Los niños se fueron y nos alegramos. Porque objetivamente ofrece comodidad, autonomía y tranquilidad. La receta en este caso está clara.
13. SESIÓN DE SEXO. ¿Se les da peor a las madres que a los padres? Por lo general, se esfuerzan más por mantener la relación. No en vano, la tensión y la presión de la paternidad tienden a ser mayores. Sin embargo, el peligro de no ser sensible a las nuevas situaciones es el mismo para todos.
14. más familias. Uno de los cambios más gratificantes en el sistema familiar es ver cómo los hijos independientes alcanzan un nivel de madurez que les permite contribuir como adultos, como compañeros, como mejores amigos e incluso como socios leales que juntos velan por la economía familiar. En este sentido, paradójicamente, la familia vuelve a crecer.
15. como pareja, ¿primero? Se suele decir que cuando los niños están fuera de casa, es el momento de volver a centrarse en la pareja. En realidad, la pareja siempre es lo primero. Si esta prioridad no ha estado clara entre la pareja hasta entonces, intentar valorar y enriquecer la relación no es cuestión de tener más o menos tiempo libre.
16. ¿Y si no tengo pareja? Madres y padres solteros, viudas y viudos, divorciados. Cada una de estas situaciones debería tener su propio capítulo dedicado a ella, pero todas tienen algo en común: el impacto de la separación de los hijos y el riesgo de no saber cómo afrontar la soledad. Esto no es sorprendente, ya que crea una dependencia psicológica especialmente intensa o duradera. Sin embargo, ambas partes tendrán que adaptarse más a esta separación.
17. Recuperar su hogar Quizá los niños vuelvan, pero no será lo mismo. La casa ya no depende de sus necesidades y gustos. Esta es una oportunidad para hacer algunas reformas menores y cambiar el uso de las habitaciones. La importancia de la vivienda aumenta con la edad y la necesidad de mantenimiento y renovación.
18. peligro: nostalgia La canción de Perales dice: "Ellos se van, tú te quedas, como siempre, recordando tu infancia tras el cristal del comedor.... La canción dice. Recuerdos, fotos ... ¡En la habitación de los niños! La nostalgia excesiva, sobre todo si dura mucho tiempo, es casi morbosa y, en el mejor de los casos, sin consuelo ni sentido.
19. ¿Aprenderé alguna vez a tocar el piano? Así podrás dedicar tu tiempo y el de tu pareja al deporte, las aficiones, la cultura, el voluntariado, etc. En una situación así, no es razonable llenar el tiempo libre con actividades programáticas.
20. el círculo de la vida Al menos en comparación con los dedicados esfuerzos de las dos últimas décadas, los niños han dejado de ser una carga mental y física para nosotros, y de repente nuestra atención se centra en sus padres y abuelos. Esto llega incluso a condicionar nuestra vida social y nuestro tiempo de ocio más que cuando vivimos con nuestros hijos adultos. Sí, sigue siendo nuestro deber y nuestra obligación para con nuestros hijos.
21. para lo malo Por desgracia, la separación también puede ser traumática. Hijos e hijas añaden a la decisión de abandonar el nido su voluntad de hacer daño a sus padres. Por supuesto, no ocurre así como así, pero las relaciones anteriores pueden haber quedado gravemente dañadas. En estos casos, la separación no es lo más importante. El peligro es no hacer nada y aceptar la distancia emocional.
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