Planeta Romántico: una jornada dedicada a literatura romá...

Planeta Romántico: una jornada dedicada a literatura romá...

La Voz de Galicia, 31/03/2005

Reunión de la Asociación Española James Joyce en Compostela, Santiago, 31/03/2005.

| La Voz, Santiago.
    La Facultad de Letras de la Universidad de Santiago acogió entre ayer y el 2 de abril la XVI reunión de la Sociedad Española James Joyce, centrada en la obra del escritor irlandés.
    También habrá actividades de investigación y encuestas sobre la literatura irlandesa en general, para las que la USC proporcionará créditos de libre configuración. En el programa figuran 34 conferencias y dos conferencias magistrales, entre ellas un seminario sobre la influencia de la persona y la obra del autor de Ulises en la cultura y la literatura irlandesas, y un seminario sobre la vida irlandesa en el siglo XX. Se inició con dos seminarios: uno de introducción a la literatura.

Numerosos expertos han analizado la obra de James Joyce.

Ayer se celebró una reunión de la Spanish Joyce Society para presentar el libro Identities in Irish Literature. Hay 34 artículos que analizan diferentes aspectos de la obra del escritor irlandés, centrándose en sus principales influencias creativas y significativas y en su obra más importante, Ulises. La sesión de clausura tendrá lugar hoy en presencia de Francisco García Tortosa, Presidente de la Asociación Española.

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El Correo Gallego 5/4/05.
J.M. Alonso Giráldez.

La USC pasó cuatro días apasionada por James Joyce. La figura del irlandés James Joyce, y en particular el Congreso en torno al Ulises, es ya un clásico en el panorama español.
    A los ojos de muchos, se trata de una rareza asombrosa.  Analizar la gran obra del irlandés parece una tarea reservada a los verdaderos aficionados.  No, es más bien el trabajo de investigadores que viven prácticamente las 24 horas del día en el universo transformador y asombroso de Joyce.  Se trata, en efecto, de una conferencia para joyceanos convencidos o en proceso de conversión.
Para muchos será una sorpresa que exista una organización tan activa detrás de la Sociedad James Joyce en España.  Pero existe.  Desde sus inicios hasta la actualidad, no ha perdido ni un ápice de su filosofía ni de su identidad, a pesar de dedicarse a analizar una de las obras más difíciles de la historia de la literatura.  Ni que decir tiene que detrás de la James Joyce Society hay un grupo de auténticos investigadores, todos ellos irlandeses históricos.  También es una referencia al hecho de que el presidente, Francisco García Tortosa, es uno de los pocos traductores al español del Ulises (sólo se ha traducido tres veces).
    Tortosa se considera un Joossen de toda la vida, más o menos.  Pero no es el único, por supuesto.  En el maravilloso ambiente de camaradería y amistad en el que se desarrolla esta AGM, tuve la oportunidad de conocer y fotografiar al equipo directivo de la Fundación Torrente-Ballester que, junto con el SC, apoyó con entusiasmo el evento.  Por no hablar de que Torrente es un joysano acérrimo de palabra y obra. Francisco García Tortosa, Carmelo Medina, Alberto Lázaro y Antonio Raúl de Toro lideran esta singular asociación, y cada año muchos de ellos aportan nuevas investigaciones, algunas de ellas notables.
    El 16º Encuentro James Joyce tuvo un programa muy completo.  Las coordinadoras Anne MacCarthy, Susana Domínguez y Margarita Estévez Saá pusieron todo su empeño en organizar un encuentro único en el que los estudiantes pudieran participar también en una sesión preparatoria (seminario introductorio) sobre la historia literaria irlandesa.
    La Asociación, que publica regularmente trabajos sobre Joyce, edita también su propia revista, Papers on Joyce, actualmente en su octavo número. A pesar de su entusiasmo por Joyce, también organiza conferencias, como ésta en la USC, sobre otros aspectos de la literatura irlandesa, como la poesía, la historia y las relaciones entre Irlanda y España.  La próxima conferencia se celebrará en Las Palmas de Gran Canaria.

La Voz de Galicia, 17/03/2005

Francisco García Tortosa: "La traducción del Ulises fue el trabajo de mi vida.
Es detallista, pero a veces científicamente preciso. Otras veces prefiere que la sintaxis le contenga. Fue uno de los primeros joyceanos en España.

FOTO:Cris Tobío
Tortosa dedicó su vida a Joyce y a Irlanda. Es un traductor poco habitual: tradujo el Ulises.

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José Miguel A. Girardes.
    Tuvo la amabilidad de poner a mi disposición su despacho en la última planta de la Fundación Torrente Ballester. Es una tarde tropical. El inusual calor primaveral lo impregna todo. El sábado finalizaron las jornadas sobre James Joyce en Santiago de Compostela. Fue agradable estar aquí, en el Templo de la Literatura de Torrente. Es un joyceano confeso con alma y corazón. El profesor Tortosa y yo nos conocemos desde hace mucho tiempo. Sin embargo, ésta es la primera vez que he podido entrevistarle en la absoluta soledad acústica del casco viejo compostelano. Una ciudad que no le es desconocida. Aunque es catedrático de Literatura Inglesa en la Universidad de Sevilla, García Tortosa mantiene un contacto casi constante con la ciudad apostólica, su universidad y la Universidad de A Coruña.
    A continuación, el último orador de la tarde desgranará las últimas palabras sobre James Joyce. Es una presencia absoluta y compleja en la escalera de la Fundación hacia esta oficina en la que nos encontramos. Tortosa es autor de una de las tres traducciones al español del Ulises que se conservan. Más concretamente, es autor de la última obra, publicada en un complejo proceso en la colección Letras Universales de Catedra. Y aunque el Ulises no es una obra para lectores ocasionales, la traducción del profesor Tortosa acaba de alcanzar su cuarta edición.
    "La traducción es del año 2000 porque la retiré inmediatamente en 1999. Fue el peor momento de mi vida. Fue un trabajo duro", dice Tortosa, que es científico, pero muy apasionado. No fue hasta 2000, cuando se levantó el rechazo al heredero Stephen Joyce, cuando la obra despegó realmente. Ya va por la cuarta edición, con 5.000 ejemplares, lo que no está nada mal. ......"
    Según García Tortosa, aunque el Ulises es, según muchos críticos, la obra más famosa del siglo XX, no fue lo que Joyce llamaría "la obra de su vida". No, era Finnegans Wake. Recuerde que empecé a escribirlo en 1922 y continué escribiéndolo hasta 1939...". Después de todo, Ulises tenía siete años. Bueno, para mí lo fue. Para mí, traducir el Ulises es el trabajo de toda una vida.
Una obra única de gran valor. Se trata de una traducción muy compleja, que también ha recibido muchos elogios. Pues la traducción del Ulises es una tarea formidable. Sin embargo, como es bien sabido, Otero Pedrayo había publicado fragmentos en gallego en la revista Nós en los años veinte. Llevo unos 20 años estudiando a Joyce", dice Tortosa. De todos modos, siempre he pensado que la mejor manera de entender Ulises era

Artículo BLOOMSDAY 2004

Blanco y Negro (ABC) Revista dominical (Jolly)

Lectura.

Cultural.

Mundo

Diario de Sevilla

El País.

Babelia

Alfa y Omega (ABC)

Blanco y Negro Cultural, nº 645 (5 de junio de 2004), pp.

16 de junio de 1904, centenario del paseo de Leopold Bloom, un paseo por la ciudad de Dublín descrito por James Joyce en Ulises. Con motivo del aniversario de este "Bloomsday", una gran exposición en el Museo de la Ruta de la Seda de Madrid explorará la obra y el retrato de Joyce, así como su relación con los escritores españoles más importantes del siglo XX.

Joyce en España (J. Goytisolo) Joyce, por ejemplo (J. Ríos)

Foto de una mujer (E. Chamorro)

Joyce en España (pp. 4-5)

Juan Goytisolo.

Tenía 19 años cuando leí a Joyce por primera vez.  Un amigo de Barcelona, que estudió la misma carrera que yo y era un apasionado de la literatura, me prestó un ejemplar de Retrato de un joven artista (impreso en 1926, con traducción española de Alfonso Donado (Dámaso Alonso no se atrevió a firmarlo) y un prólogo salaz de Antonio Marichalar (censurado por Franco y el ejército, prohibido desde la sublevación).  Ni que decir tiene que yo, que al igual que Stephen Dedalus me crié en un colegio religioso como el que retrata Joyce, disfruté de cada página con un vigor que sólo las obras maestras de Sterne, Flaubert, Proust y otros pueden proporcionar. Párrafo a párrafo, la escolarización espiritual de Ignacio se plasma, meticulosamente y casi en tiempo real, para que los lectores como yo podamos añadir el tono de voz, los gestos y las expresiones faciales, con discursos que sobresaltan a las mentes jóvenes e inmaduras, Casi un siglo antes, Blanco White también había interpretado el sermón del padre Vega en Las cuevas de Sevilla con los mismos recursos melodramáticos y una soberbia dirección, con singular efecto narrativo, pero la extraordinaria capacidad de Joyce para captar el registro de las voces -una habilidad que más tarde extendería a los murmullos polifónicos de Bloom- era Sin duda desconocía la obra de su lejano predecesor, La educación espiritual del padre Arneil, descrito en voz baja como "un abrigo pesado, una cara pálida y lavada y una voz reumática y acuosa", es el punto de partida de la rebelión de Stefan y de su deseo de distanciarse para siempre de la sociedad represiva en la que creció, aunque nunca la olvide.
  Así que cuando leí el Ulises, publicado en Argentina unos años más tarde (en una excelente traducción de Salas Svirat), mi primera impresión fue de desconcierto, una sensación de que el suelo se desmoronaba bajo mis pies. El "monólogo interior" de Bloom me llevó a nuevos territorios literarios, y a cada paso tenía que hacer una pausa y volver atrás para asegurarme de que iba por el buen camino y había interiorizado provechosamente lo que había leído. Joyce es un auténtico innovador y obliga a releerlo. Es en la superación de sus dificultades donde he visto mi placer como lector.

La lengua como protagonista
   En varios momentos del trabajo quise entrenar el oído, pero el español de Buenos Aires no me lo permitió. Leí el texto pero nunca escuché la música. Entonces recurrí a la traducción francesa de Valérie Larbot, pero la frustración fue la misma.
    A pesar de la fidelidad del amigo y discípulo de Joyce, sentí la misma frustración que cuando leí su versión argentina.
   Esta convicción se confirmó cuando me topé con la edición original de 1952 de John Lane. Esta edición contenía una serie de apéndices que mostraban la lucha de Joyce durante décadas contra el poder de la censura. Algunos de los mejores escritores de la época, como Ramón Gómez de la Serna, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, Gabriel Miró, Ortega y Gasset, Alfonso Reyes, Miguel de Unamuno y Antonio Mancharral, fueron de los primeros en publicar en Estados Unidos sin permiso del autor. Hay cartas de protesta contra la edición alterada de la novela, las propias cartas de Joyce a los editores estadounidenses (censores) y el acta de la decisión del Tribunal de Apelación de Nueva York sobre la obscenidad del texto. Como saben los lectores habituales de la obra de Joyce, el Ulises se imprimió por primera vez en ediciones numeradas de 1.000, 2.000 y 500 ejemplares en 1922 y 1923, pero la hoy inmortal Sylvia Beach, librera de Shakespeare Amand en París, se atrevió a publicarlo un año después en una edición normal That's Right.  La primera edición íntegra se imprimió en Norteamérica en 1934 y en el Reino Unido dos años más tarde.
  (La lucha de Joyce contra la censura puritana había comenzado mucho antes. Como relata Richard Ellman en su austera biografía, toda la tirada de Dublin People fue obtenida de extraños y quemada. (La eterna hostilidad del poder hacia la literatura se cobró muchas víctimas en la primera mitad del siglo pasado, no sólo en la Alemania nazi, la Rusia estalinista y la España franquista, sino también en los países anglosajones).

Revolución de Ulises
  La revolución de Ulises sacudió las novelas de la época y barrió el mundo literario occidental como un movimiento sísmico. Faulkner, Svevo y Beckett, por ejemplo, no habrían sido posibles sin ella. En España se dio a conocer con mucho retraso y sin mayor provecho hasta que apareció la fascinante y compleja novela Larva, de Julián Ríos.
  Mucho se ha hablado en nuestros medios de comunicación sobre el "monólogo interior" de Joyce. En mi opinión, este término acuñado por la crítica dominante es inexacto y, consciente de su carácter dudoso, siempre lo he utilizado con cierta aprensión. Antonio Marichaler, el primer explorador del Ulises, tiene toda la razón en el análisis que expone en el prólogo a la citada traducción del retrato.
  Si se presta atención a este tipo de soliloquio, se reconoce inmediatamente en su suave fluir el alboroto nutrido y confuso creado por las muchas voces que aparecen por todas partes.
  Así es. Como en el caso de Faulkner y otros escritores, el supuesto monólogo de Joosen pasa de una voz a otra sin abandonar nunca al propio autor: Es el reino de la polifonía, de escuchar las voces del mundo.
  La recepción del Ulises en España en las últimas décadas está estrechamente ligada a la labor crítica y de ficción de Julián Ríos.  Con la publicación de Casa Ulises en 2003, la edición de Círculo de Lectores, que rinde homenaje al humor e ingenio del escritor irlandés y está ilustrada con bellos dibujos de Eduardo Arroyo, se ha convertido en una obra destacada.
En 2003, los lectores de Joyce tienen el privilegio especial de acompañar al autor de Monstruario y Vida sexual hasta el fin de la noche en un "viaje" solitario por Dublín. En este viaje crea, pieza a pieza, pasaje a pasaje, el laberinto verbal de la Odisea moderna, la enciclopedia de conocimientos únicos que es la obra de Joyce". *

La exposición Joyce y España se inaugura el 10 de junio.
La exposición SkyDesk celebrada el 10 de junio.
Fundación Winterthur.

Joyce, por ejemplo (pp. 6-7) Julián Ríos
Hace unos meses, Dan Zuber, de la Universidad de Nueva York, me comunicó que había tomado el título de mi texto Joyce and Friends (incluido en The Sexual Life of Words (1991, 2000)) para un libro que está preparando sobre las relaciones -no necesariamente amorosas- entre escritores de distintas literaturas y épocas y los maestros irlandeses.
  También quiso hacerme algunas preguntas cuando viajó por París a principios de 2004. Nos propuso reunirnos el martes 13 de enero en el Hotel Lutetia, donde Joyce pasó sus últimos y agitados meses en París, de octubre a finales de diciembre de 1939.
  Fue en este hotel del Boulevard Raspail donde vi por última vez a Octavio Paz un año antes de su muerte, y en este encuentro -cuyo epílogo es una versión ampliada de nuestro Solo a dos voces- Joyce no podía estar ausente.
  Con la amabilidad y soltura de un confesor jesuita, el profesor Zuber mantuvo durante más de dos horas una conversación al estilo joyceano junto al cartel del crucero, que en ocasiones adquirió tintes autobiográficos.
  Hemos recopilado estos recuerdos como contribución a esta exposición "Joyce y España".

Cultura española
  Esto se debe a que Joyce tenía poco interés por la cultura española y nunca había pisado nuestro país. Sin embargo, su amigo, el tenor irlandés John Sullivan, le convenció para que viajara a Barcelona hacia 1930 para que el Dr. Balacair le examinara la vista.
  Conocí a Joyce cuando tenía 18 años y estudiaba Derecho en Madrid. Desde entonces, mi admiración por su obra ha sido inquebrantable y crece con cada relectura. Empecé con la traducción de "Dublineses", que lleva el mismo título que la francesa "Gente de Dublín", y entré en el laberinto de "Ulises" en el verano de 1959 con la edición argentina de Santiago Rueda en la edición de J. Salas Subirat en Vigo. Contra las olas del mar vi los sonidos de 'Mucus Green'. Contemplé, sometido, las crestas de las olas de la "escrotogalvanización". Y audazmente, cortejé algunas páginas del texto original en inglés de The Essential James Joyce, una antología compilada por Harry Levin. Poco después adquirí también una introducción a Joyce del mismo Levin, un pequeño libro del Fondo de Cultura Económica o Breviario de 1959 que aún conservo con muchas anotaciones.
    Cuando abrí el Breviario mexicano, en el que Levin afirma que "ningún escritor ha tenido más interés que Joyce en ser aceptado por el público", permitió que un joven escarmentado como yo añadiera con lápiz azul a pie de página: "Todo es cuestión de apariencias".  Contradice lo que el profesor Levin dice aquí al final de la página 160 y al principio de la 161". De hecho, Levin también señala que "Joyce era inusualmente sensible al más mínimo interés por su obra" y que "los últimos años de su vida estuvieron marcados por la indiferencia mostrada hacia 'Finnegans Wake'".
  Y recuerdo muy bien la vez que pude comprar el gran libro con todos sus trucos en la librería Buchholz del Paseo de Recoletos de Madrid (entonces Calvo Sotero).  Una buena tarde (¿fue en mayo o en 1968?) iba a coger el libro que quería cuando me distrajo una chica en cuclillas sobre una escalera, ordenando las estanterías con los muslos y buscando libros. Aquí, en la colina, el verbo volvió a ser físico. Lord Tristram, "Violador del amor", puedo leer todos los libros de la novela Río sobre sus aventuras o no, y nunca se dirá que el cuerpo está triste.
  Finnegan aún no ha despertado, aún sueño con él, el gigante sigue ahí, lejos del Madrid de mi juventud, en mi terca biblioteca.
  Desgraciadamente, este Ulises de Rueda no conservó su Faber & Faber libro y lomo. Se perdió en una mudanza a Madrid y todavía lo echo de menos. Estaba tan desgastado que la encuadernación blanca amarillenta estaba

Mi primera lectura
  Sin embargo, ninguno de estos ejemplares desprende el mismo aura que este Ulises, que leí por primera vez. Otro Ulises de repuesto (de Rueda): en 1988 vi la misma edición (segunda edición revisada) de Rueda en una librería de la calle Corrientes de Buenos Aires, pero este Ulises no era mío, y no tenía el aspecto lustroso de haber sido usado.
  Ninguna traducción del Ulises es perfecta, todas son complementarias, pero la de José Salas Subirat ocupa un lugar especial, pues es pionera en lengua española y destaca por su fidelidad rítmica. También tiene importancia histórica para la educación de varias generaciones de escritores a ambos lados del Atlántico.
  El miedo de los castizos a los términos y expresiones hispanoamericanos es a veces cómicamente extremo en España.
  Cuando José María Valverde publicó una aclamada traducción de Ulises en 1976, El País la saludó con un artículo en el que denunciaba el lenguaje argentino de las traducciones anteriores con jerga química.
  En una visita a Madrid, el profesor y crítico uruguayo Emil Rodríguez Monegal me contó que el Ulises de Salas Subirat, que había aceptado en 1937 por cuenta y riesgo del traductor, había sido revisado por Borges antes de su publicación en 1945.

Trozos pegajosos
  El Ulises de Valverde es, sin duda, una traducción española, pero a veces nos llegan trozos de otras traducciones que él ha reunido, como cuando Mr Bloom pasa "Flannando" por delante del escaparate de Brown Thomas.
  Saras Subirat no tiene muchos conocimientos previos y se basa principalmente en su oído y su sentido del ritmo.
  A finales de los años ochenta, sus traducciones apenas se encontraban en las librerías españolas. Cuando tuve la idea de hacer una edición ilustrada del Ulises y se la propuse a Eduardo Arroyo y a Silencio de Lectores, me pareció que reimprimir el libro era ante todo un acto justo y sobre todo poético. Fue una doble aventura literaria y pictórica y, en cierto modo, una doble traducción.
  Al recordar mis ilustraciones, viñetas, capiteles y otros bocetos, me doy cuenta de lo mucho que me ayudaron a penetrar en el bosque vivo de imágenes y misterios que está tan estrechamente entretejido en la obra de Joyce como los pacientes cortes del Libro de Kells.
  Ulises Ilustrado (1991) se abre con una invitación a "venir y leer". Una doble invitación a la lectura, donde texto e imágenes se explican mutuamente. Esta lujosa edición numerada sólo estaba disponible para los miembros del grupo de lectura y no para todo el mundo. El Texto Mondo, compuesto por una novela y un ensayo dialogado, apareció en las librerías en 2003 con el título Casa Ulises. Como las casas de las novelas de Henry James, casas con muchas ventanas para multiplicar las perspectivas.
  Cada casa es un mundo, el mundo de Ulises, al que se vuelve una y otra vez.  Hace poco más de un año, preparando el prólogo para la nueva edición de la traducción de Silcro de Lectores del Svirat de Sara, volví a entrar en todas las estancias de la novela.
  Siempre he intentado acercarme a la obra de Joyce con una actitud creativa, ya sea en libros de ficción crítica o en novelas como Amores Que Atan o Monstruario.
  Joyce da a entender claramente que los escritores escriben en su propio lenguaje, que puede llamarse creativo, para distinguirlo del lenguaje estereotipado de los meros productores en su lengua materna o en la lengua de su elección.

Camaleón del estilo
  Su ejemplo es exigente, incómodo y no ofrece pautas, especialmente en la era moderna de la ficción producida en masa. No tiene estilo, sólo un estilo, y es un camaleón que puede salirse con la suya con cualquier cosa.
  Con él, todo continúa en una larga tradición que se remonta a Rabelais, Cervantes y Stern, en nuevas historias que continúan con las antiguas.
  Su afición a los juegos de palabras, por ejemplo, es un rasgo familiar que le relaciona con otros escritores, a veces familiares lejanos. Es consciente de que no hay prosa sin espinas, y deja a su majestad, el lector, elegir entre el nombre de un clavel críptico y una rosa que no es rosa.
Esto, paradójicamente, no ha dejado de molestar en Gongola y Kebedo, donde el folknerismo más pegadizo y retórico -y no olvidemos la adoración de Faulkner por Joyce- o San Bernardo se ha puesto de moda en el púlpito y el sermón, haciendo mucho ruido y pocas nueces.
  Estuve en Dublín el Bloomsday de 1982, centenario del nacimiento de Joyce, pero no peregrinaré a Dublín el 16 de junio de 2004, centenario del nacimiento de Bloom.
  Según amigos irlandeses, se servirán más de 10 000 desayunos en O'Connell Street, junto con algunos riñones de cerdo quemados, y el olor de la orina de Erin flotará desde la fuente Anne Livia hasta Liffey Street. Muchos turistas y recién llegados completarían el olor local.
  El gran poeta brasileño Harold de Campos, cruelmente fallecido el pasado agosto, contó una vez que, mientras celebraba el Bloomsday en un pub de Dublín, vio de pronto la sutil e inconfundible silueta de Joyce a través del claroscuro de una puerta de cristal. Otro retrato. Debió seguir fotografiando con manos temblorosas. Cuando reveló la película, se sorprendió al comprobar que sólo se velaba el cliché del fantasma Joyce.
  Joyce, que famosamente sólo creía en el esprit de corps, nos dejó su famosa definición de fantasma en Ulises: "¿Qué es un fantasma?", preguntó Stephen. 'Una persona que ha desaparecido por muerte, por ausencia, por cambio de hábito, hasta no tener forma'.

VISIÓN QUEDES.
  Como saben los pícaros clásicos, cambiar de hábitos es lo más difícil de todo.
  Tuve una visión o premonición a lo Cvedes del Bloomsday de Dublín en su centenario. Desconocidos de unos sesenta años con bigotes a lo Faulkner y chaquetas de tweed entraban y salían de allí y no dejaban de chocar con ellos.  Molly, Bloom, Mulligan, Boylan ... Me asusté, me asusté..." entre una multitud variopinta de turistas y aficionados que dicen haberlo estado.
  Más tarde, ese mismo día, en un ruidoso pub, un viejo profesor de la misma nacionalidad toma nota y explica en voz alta a los circunstantes que él es el novelista que, en 1971, aprovechó para escribir el prefacio del libro académico Ulises, en el que declaraba que Joyce y él se divorciaban. Poco sabía el pobre hombre que Joyce nunca se casaría con nadie que no fuera Nora, y además bastante tarde.
  El viejo profesor también explicó que el novelista, tan abatido porque ninguno de los turistas de varias nacionalidades presentes le concedía un retrato, se tomó la libertad de predecir en el largo prólogo largo me lo fiáis que James Joyce sería finalmente acorralado el 16 de junio de 2004 Declaró.

Julián Ríos es escritor. Entre ellas.
Larva es una de sus obras más importantes.

Foto de una mujer (página 8) por Eduardo Chamorro.

Tras numerosas triangulaciones, paralajes, metamorfosis y búsquedas del eterno retorno, Leopold Bloom y Stephen Dedalus se encuentran por fin en El fantasma de Hamlet, de Vera Cohen, el hijo de Hamlet, el abuelo de Hamlet y su nieto como candidatos a la identidad, tan precisa como improbable, del fantasma que grita desde su lecho traicionado y corrompido Se encuentran en un burdel, donde nadie sabe quiénes son, donde todos pueden ser ellos mismos.
siempre quisieron ser, o nunca quisieron ser, o pretendieron olvidar sin éxito o a pesar de la promesa de recuerdos inacabados, y lo que olvidaron emerge de ello en un estado totalmente desdichado.
  Stephen Dedalus está borracho y andrajoso tras quedar incapacitado por un golpe bien asestado a un soldado británico, y Leopold Bloom es perseguido por alucinaciones y no ve más que el fantasma de su hijo muerto. Bloom, que ejerce su poder en el refugio de un cochero ascético, donde la locura acepta la cordura como un lujo y donde se produce un círculo vicioso de todas las locuras que trae consigo la moderación, se hace a la idea de que Dedalus renunciará a las andanzas de una arrogante familia de golfos y se alojará en la casa que él le proporciona a cambio de que enseñe italiano a su mujer, pero su rica voz cantante es "Su presencia en escena es un verdadero placer, la verdad". Habiendo nacido en Gibraltar, la bigotuda irlandesa, hija del oficial de los Fusileros Reales de Dublín Brian Cooper Tweedy y de la judía española Lunita Laredo, el mismo año en que el Príncipe de Gales visitó Gibraltar para plantar un árbol, "vine un poco antes y entonces también me habrían plantado a mí".
  Podría adquirir la nacionalidad española si quisiera", le dice Bloom a Dedalus. [Es español.  Pelo muy oscuro, morena de verdad, pelo oscuro. Al menos creo que el clima explica el carácter. [...] Está en la sangre. Todos llevan la sangre de Saúl [...]. Se tiende a no hacer las cosas a medias, en una mediodia apasionada donde toda decencia se tira al viento".
  Dedalus aparece en esta fotografía como "una mujer voluptuosa con abundante encanto carnal, mostrando plenamente su madurez como mujer, con un vestido de noche ostentosamente escotado con el evidente propósito de mostrar libremente sus pechos, con los labios carnosos entreabiertos y unos dientes perfectos, un piano tocando música de balada...". Se encuentra cerca, en una pose estudiada, con aspecto de "vieja madrileña". [Sus ojos [los de la mujer] eran grandes y oscuros, miraban a Stephen e intentaban sonreír ante algo digno de admiración".

Último capítulo.
  Pero Leopold Bloom miente. Pero quizá no lo sea. Sabe crear situaciones e inventar verdades privadas que a veces le pillan desprevenido. Una vez que Joyce utiliza todo el último capítulo de la novela para explicar cómo la señora explica que la foto no es en realidad de Molly.
  "Se parece un poco a la prostituta española de la foto que tiene". Pero eso no significa que no esté orgullosa de que su boca, sus dientes, sus ojos y su silueta sean de "mi mamá". También estoy orgulloso de mi amigo, que organiza giras para cantar en provincias. Verá si puede "elegir a alguien como Boylan para un abrazo 405". Molly menciona cuántas mujeres entiende que son side chicks, y son prácticamente todas, empezando por "esa sucia de Mary Riordan" que un día pilló a Leopoldo de culo. Concluye diciendo: "Catherine Kearney y su pandilla de chillones gorriones políticos saben tanto de esto como mi culo y harán lo que sea para que una belleza irlandesa parezca algo divertida. [No tienen pasión.
  Molly no se anda con rodeos. Después de todo, está sola, intentando que le baje la regla en una cama que no se ha movido en todo el día. Y sólo puede pensar en sí misma, porque aunque parezca que piensa en otras cosas, Molly es todo lo que tiene. Es Penélope esperando a Odiseo, es Gaia, la tierra de cuyo tirón todo depende, por mucho que parezca moverse, inquietarse, seguir su propio camino. Molly percibe todo lo que ocurre a su alrededor y, cuando algo no ocurre, lo imagina y lo convierte en objeto de desprecio y deseo. El mundo gira en su cabeza y su entrepierna cobra vida". Dice: "Cada vez que pienso en ello, me pica el agujero, quiero sentir el viento dentro de mí. Tiene 32 años. Dice que tiene un hijo muerto, una hija adolescente que estudia fotografía y un marido que no deja de sorprenderla, intrigarla y encantarla con "esta gran cosa roja". [Como el hierro, o como una gruesa barra de hierro que siempre permanece dura, debe de haber comido ostras". Le gustaría hacerlo con un negro", dijo, "con un carbonero, sí, con un obispo, sí", y con un joven que "pudiera confundirse un poco cuando están solos".
    Supone que todos los hombres que pasan a su lado quieren follársela, y tiene un elocuente catálogo de pruebas para demostrarlo. Los hombres "son raros donde los haya", "se abotonan todo el tiempo, pero creen que no pueden profundizar lo suficiente".

El mundo es transparente.
  Para Molly Bloom, el mundo es transparente, y la misma fotografía se altera y remodela de tal manera que "si me hiciera una foto con una túnica que nunca pasa de moda, parecería más joven, y sería extraño que no me la diera a mí también".
  Molly habría llenado la casa de "flores de todas las formas, olores y colores" para el invitado de su marido, Leopold Bloom (Bloom). Ella habría adivinado, adivinado y vigilado todos sus movimientos y, al final del jueves 16 de junio de 1904, le habría conducido sigilosamente a la cama "tintineante", que dejaba huellas de la persona que la había ocupado en su ausencia. Estas huellas se hacen plenamente reconocibles cuando Bloom se aferra a "su rica y cálida carne". Al final de la novela y durante la noche, el cuerpo de su mujer lo acoge: "Podría rodearlo con mis brazos, atraerlo hacia mí, sentir mis pechos perfumados".

Autor y traductor del Ulises de Joyce.

Sunday Magazine 6 de junio de 2004, pp. 12-13.

Bloomsday, número 100, Juan José Téllez.

Toda la jornada está dedicada al Bloomsday: 16 de junio de 1904, día en que se publicó el Ulises de James Joyce, una de las obras maestras de la literatura del siglo XX. Un siglo después, esta semana se celebra en la Casa de la Provincia de Sevilla un congreso con motivo del centenario de esta ficción. La conferencia está dirigida por Juan Antonio Maesso, un escritor que lleva cinco años intentando que los andaluces se entusiasmen con el culto mundial al escritor irlandés y sus personajes. La idea de celebrar el Bloomsday en Andalucía se me ocurrió porque me gustan las cosas imposibles", dice Maesso, autor de la novela recién publicada La lengua del agua, que a estas alturas puede afirmar haber leído el 95% del Ulises. La comparación entre Sevilla y Dublín es muy clara. Ambos fornican con dos ríos".
 Antonio Rivero, director de la Casa del Libro, quiere que Sevilla se convierta en la quinta provincia de Irlanda en las celebraciones del Bloomsday que comienzan mañana lunes. La Diputación está contratando como colaboradores a una serie de organizaciones públicas y privadas, desde Caja San Fernando hasta el Flaherty Pub El proyecto está patrocinado por. Maesso ha celebrado concentraciones en torno al Ulises en la capital andaluza durante los últimos cinco años. Joyce reflexionó sobre la región en sus escritos, pero no lo sabía. De haberlo sabido, quizá no lo habría comentado ni lo habría puesto tan verde como Irlanda, que definió como una metáfora de la parálisis. Kafka tampoco fue a América para escribir sobre América. Creo que Gibraltar y Andalucía son sólo situaciones que Joyce utilizó para dar a Molly Bloom una madre sefardí".
 Rafael García Valdivia, pintor y escritor algecireño, afirma: "Molly Bloom es una representación positiva de la tierra, del amor". Su marido Leopoldo es un hombre tibio que hace negocios con la cabeza en la arena, discutiendo cuestiones filosóficas y morales, mientras que ella es carnal y cercana a la realidad del día a día.
 A través del personaje de Molly Bloom, se hacen referencias a Gibraltar y su campo. García Valdivia señala que "el monólogo final de Molly, que transcurre principalmente en la cama, rememora su infancia y adolescencia de madrugada, su primer amor por un soldado gibraltareño y una vecina con apellido gibraltareño real". Joyce investigó mucho. En efecto, Gibraltar está presente en toda la novela -por ejemplo, la mansión gibraltareña de Krunglikun, cerca de Eupercross, relativamente cerca de Bloomfield House-, pero la conexión que une a Ulises y Gibraltar se encuentra en el soliloquio final de la novela.

Dublín ya no es lo que eraLa capital, Dublín, ya no es la entrañable ciudad mugrienta con el río Liffey salpicado de gaviotas que describió Joyce. Atrás quedan los tranvías y ataúdes que transportaban a América a quienes huían de la hambruna de la patata. Si se sigue el curso del Ulises desde Middle Abbey Street, antaño sede de la redacción del Daily Telegraph, hasta Kildare Street, frente a la Biblioteca Nacional, se puede llegar a Dublín desde la calle O'Connell, al otro lado del río, hasta el bullicioso pub Davy Burns, en Duke Street. Entre bocadillos de Gorgonzola y cervezas del Hotel Ormond, Bloom se dejó seducir por la sección Sirenas. Este nuevo viaje de Ulises se desarrolló en medio de un sinfín de actividades, como placas conmemorativas, estatuas realistas y -en este año de aniversario- exposiciones, obras de teatro y musicales. Sin embargo, algunas partes de la historia ya se han perdido irremediablemente. Como el hogar ficticio de Leopold Bloom, un melómano de 38 años nacido de un judío húngaro y una católica irlandesa al que le encanta leer y fantasear sobre inventos y temas más o menos científicos. La propiedad ficticia habría estado en el número 7 de la calle Eccíes, que ya no existe, o en el barrio rojo (Nighttown), que también ha pasado a formar parte de la geografía urbana de Dublín.
 El Bloomsday se introdujo en 1954 y ahora se celebra de Brasil a San Francisco, de Sydney a Buffalo, de Trieste a París. Fue en esta última ciudad donde Joyce pasó parte de su exilio. Roma y Zúrich también fueron lugares de exilio. El festival internacional Bloomsday (oficialmente conocido como Rejoyce Dublin 2004 Bloomsday) comenzó el 1 de abril y se prolongará hasta el 31 de agosto, pero los lugares elegidos por los seguidores de Joyce para conmemorar la novela no son sólo Dublín, sino también Lauderdale a Melbourne, la Antártida pasando por España Tras la estela del libro, las primeras celebraciones del año ya han tenido lugar en Gerona, La Coruña, el País Vasco y la Costa del Sol.

Panorama del Ulises de Leopold Bloomried (junio de 2004): 68-70
Centenario del Bloomsday.

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Alejandro

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