María Malibran y Pauline Viradot: las 'prime donne' García
Compositor, profesor, teórico vocal, showman, padre de cantantes como María Malibran, Pauline Viardot y Manuel Patricio García, destacado cantante tenor, buen intérprete de Rossini, popularizó las obras de Mozart e introdujo su música en Norteamérica, el Manuel García, uno de los artistas españoles más importantes, destacó en muchos aspectos
En sus últimos años fundó en París la escuela de canto más famosa de su época y compuso cinco pequeñas óperas con acompañamiento de piano para sus alumnos. Una de estas canciones era "Desert Island".
Por José Ramón Tapia
Manuel del Populo Vicente García nació en Sevilla en 1775. Dio sus primeros pasos musicales con Antonio Ripa, maestro de capilla de la Catedral de Sevilla, y Juan de Almarca, teclista y violonchelista; en 1791 marchó a Cádiz, donde cantó con el actor José Morales y su esposa Manuela Pacheco; en 1797 se convirtió en cantante de boleros y se casó con Manuela Morales, hija del anterior, que era una conocida bailarina. Al año siguiente, la pareja se fue a Madrid, donde cantaron tonadillas durante una temporada.
De 1779 a 1801 García trabajó en Málaga, donde ya era el primer tenor del teatro. En 1802 regresa a Madrid y trabaja durante cinco años como tenor solista, compositor y director en tres teatros de la capital. En esta época se separa de Manuela Morales por la actriz y cantante Joaquina Briones. En 1807 viajó a París para impulsar su carrera y debutó en el Teatro Italiano el 11 de febrero de 1808 en Griselda, de Ferdinand Paire, que se representó en París en marzo de 1809. El éxito de su primera ópera española, El poeta calculador, que despertó el entusiasmo de los románticos por la cultura española, culminó con Carmen en 1875. La inspiración de Bizet para "Cuerpo bueno, alma divina" de El criado fingido en el acto IV de Carmen ilustra la influencia de García y la cultura española en el París del siglo XIX.
En 1811, García viajó a Italia para perfeccionar sus dotes de cantante con el famoso maestro Giovanni Ansani. En 1812 debutó en el Teatro San Carlo de Nápoles con Oro non compra amore, de Marco Portogallo. En 1813 estrenó allí con gran éxito la ópera Califo di Bagdad de la mezzosoprano española Isabella Colbran. Otras óperas de Farinelli, Gluck y Meyer fueron su especialidad, y junto con Colbran se convirtió en una gran estrella en San Carlo. Rossini recibió el encargo de componer varias óperas para el Teatro San Carlo: en 1815 García cantó el papel de Norfolk en el estreno de La emperatriz Elisabetta de Ingiltera, y al año siguiente interpretó al conde Almaviva en El barbero de Sevilla en el Teatro Argentina de Roma Las partituras de estas dos óperas demuestran que García tenía una tesitura de dos octavas desde el la hasta el si agudo, una excelente coloratura y un buen control de la respiración en las frases largas.
En 1821, García cantó "Otello" junto a Giuditta Pasta en el estreno en París de la ópera "Otello" de Rossini. Su talento interpretativo y su voz potente y flexible le convirtieron en el mejor Don Giovanni de su época y contribuyeron a popularizar las óperas de Mozart en París. Sus "Otello", "Almaviva" y, sobre todo, "Don Giovanni" fueron aclamados por la crítica en Londres, y en 1825 viajó a Nueva York, donde puso en escena su primera ópera italiana. El estreno americano de Don Giovanni tuvo lugar el 23 de mayo de 1826 con la presencia de Lorenzo da Ponte, con García en el papel principal, Briones como Donna Elvira, Maria como Zerlina y Manuel Patricio como Leporello. Pauline era aún joven; hizo lo propio en Ciudad de México en 1827, donde volvió a componer óperas españolas por primera vez desde sus días madrileños. Debido a la peligrosa situación política, García abandonó México en noviembre de 1828 y regresó a París, donde pasó otra temporada en el Teatro Italiano. Su última representación fue Don Giovanni, el 23 de diciembre de 1829, tras la cual ocupó un puesto de profesor; murió en la madrugada del 10 de junio de 1832.
Quizás te interesa:"La gente va al teatro para ver y oír cosas que van más allá de la realidad. En su piso del número 36 de la rue Georges Mandel, con vistas a la Torre Eiffel, Karras le dijo a Lord Harwood: "Tengo un problema. "Es un problema, un problema de la vida cotidiana". Si una visita al teatro te hace sentir mejor, merece la pena. Ese podría ser el mayor atractivo".
Una de las más famosas prima donnas de principios del siglo XX, la aragonesa Elvira de Hidalgo, fue su maestra, y despertó en María el deseo por la música vocal y la verdad artística. Se trata de un intenso trabajo musical que no deja de lado los aspectos escénicos y actorales con los que el maestro había destacado, especialmente en las dos primeras décadas del mismo siglo. En la ópera, todo debe ser lógico. En la ópera todo debe ser lógico, no se puede convencer al público si no es natural. La trama debe parecer realista y lo más auténtica posible para el público. No importa cómo se haga, pero ese debe ser el objetivo.
Aún eres joven, acostúmbrate a cantar en voz baja, piensa que es una especie de bordado delicado", aconsejó la profesora al principio. En el futuro..." Es decir.
En una tranquila conversación con Lord Harwood, la soprano griega explicó paso a paso el difícil proceso de construcción de la ópera y de preparación de los intérpretes.
"Hay varias fases de estudio del papel. No es algo que pueda dominarse inmediatamente. Hay que dar tiempo al papel para que madure. A veces esto puede llevar meses, a veces poco tiempo. A continuación, se programa un primer ensayo con el piano. Después, pueden trabajar con otros. A las dos semanas ya tienes profesor y compañero".
Quizás te interesa:La enérgica carrera de Karas, que comenzó a los 13 años en el Conservatorio de Atenas con Elvira de Hidalgo, le llevó después a teatros de ópera de todo el mundo, donde pasaba largas pero estimulantes jornadas ensayando con orquestas y escuchando a sus colegas.
"Cuando era joven, solía prestar atención al horario y ver ensayar a la orquesta. Como soy miope, no puedo fiarme del billete que me da el revisor o el apuntador. Era más fácil sumergirme en la música. Y entonces me puse nervioso. Cuando tanta gente hace algo junta, es un poco abrumador. Escenas, orquesta, compañeros, coro, probarse el vestuario, comprobar la escenografía y las habituales disputas entre director de orquesta y director artístico, "este es mi ensayo", "no, este es mi ensayo". Aún no hemos tocado toda la ópera. Y tengo que hacerlo más de tres o cuatro veces. Tengo que averiguar cómo dividir mi energía y dónde descansar".
Tres semanas más tarde empezaron los ensayos generales y, con las prisas previas a la primera representación, la tensión era palpable.
"Por fin llega el primer ensayo general. Y ahí intentas aguantar hasta el final sin interrupciones. Suele ser un desastre total. Intentamos terminar los disfraces con antelación para poder ponérnoslos antes. En este momento, las obras ya llevan 18 o 20 días. El ensayo general tiene lugar cinco días antes de la primera representación. La ópera se canta de adelante hacia atrás como si fuera una representación real. Luego, normalmente tienes dos o tres días antes de la actuación. El primer día enfermas de fatiga, el segundo te recuperas y el tercero puedes volver al trabajo. Luego, después del estreno, empiezas a trabajar muy bien y a limpiar las manchas negras. En ese sentido, las representaciones escénicas tienen un valor incalculable. Ese es el punto en el que te pones a prueba.
Vamos... Continúa.
Además de estas reflexiones sobre el estudio de los papeles y la puesta en escena de la ópera en su conjunto, Maria Callas tenía clara la relación entre el texto de la ópera y la música: "El libreto no es definitivo, lo estudio a fondo, pero encuentro la verdad en la música". Y además, un verdadero axioma en el complejo mundo de la interpretación musical: "Lo invisible es la belleza de la música".
Gracias a estos requisitos previos, que constituyeron la base de su éxito en los escenarios de todo el mundo, Maria Callas se convirtió en una prima donna assoluta, emparentada a través de sus maestros con la familia García y las legendarias sopranos Maria Malibran y Pauline Viardot. Elvira de Hidalgo estudió con Melchor Vidal y fue alumna de su hermano, Manuel Patricio García.
Elvira de Hidalgo concluyó que "María triunfa vaya donde vaya, haga lo que haga, pase lo que pase. En ella fluye una corriente que nadie puede detener".
Para más información, véase Elvira de Hidalgo, Maria Callas de prima donna a maestra, de Juan Villalba (Fórcola, 2021).
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