Como evitar el sedentarismo con movimiento intuitivo
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¿En qué piensa cuando oye la palabra "ejercicio"? ¿Le dan miedo las agujetas o le preocupa que su próximo entrenamiento sea una prueba de resistencia agotadora? ¿Le resulta desagradable hacer ejercicio, aunque sea necesario para la salud y el bienestar? Si es así, quizá haya llegado el momento de cambiar su forma de pensar sobre el ejercicio.
Por ejemplo, no tiene por qué ser un ejercicio intenso, como correr una maratón, para ser eficaz. De hecho, los mejores ejercicios son los que nos hacen sentir bien. Este artículo trata sobre el ejercicio intuitivo, un método mejor para evitar el sedentarismo y mejorar la salud.
Cuáles son los beneficios de reducir el sedentarismo, cómo incorporar movimientos placenteros y cómo cambiar un estilo de vida sedentario. Empecemos.
¿Qué es el sedentarismo?
Un estilo de vida sedentario es un estilo de vida con poca o ninguna actividad física. Es un estilo de vida sedentario.
Quizás te interesa:Hoy en día tendemos a pasar mucho tiempo sentados. Gran parte de nuestro trabajo es inactivo: pasamos largos periodos sentados en un escritorio o delante de un ordenador.
En nuestro tiempo libre, a menudo nos sentamos frente a nuestros teléfonos inteligentes, vemos la televisión o jugamos. Los medios de transporte actuales, como coches, autobuses y trenes, tampoco ayudan.
En resumen, el sedentarismo se ha convertido en parte integrante del estilo de vida de muchas personas. Tras analizar las consecuencias de un estilo de vida sedentario, examinaremos cómo evitarlo mediante el ejercicio intuitivo.
¿Cuáles son las consecuencias de un estilo de vida sedentario?
Un estilo de vida sedentario no favorece la buena salud. Por el contrario, un estilo de vida sedentario puede contribuir a ello.
- Pérdida de movilidad.
- Reducción del metabolismo
- Disminución de la masa muscular y de la resistencia física.
- Debilitamiento de los huesos
- Función inmunitaria debilitada
- Afecta a la circulación sanguínea
- Favorece la inflamación
- Desequilibrio hormonal
- Mayor riesgo de enfermedades crónicas como diabetes, cardiopatías, ciertos tipos de cáncer, derrames cerebrales y depresión/ansiedad.
Así pues, un estilo de vida sedentario puede afectar a todos los ámbitos de nuestra salud. Pero, ¿cómo pueden evitar el sedentarismo las personas a las que no les gusta hacer ejercicio o han tenido malas experiencias con él en el pasado?
Quizás te interesa:Aquí es donde entra en juego el movimiento intuitivo. Como se ha mencionado al principio de esta sección, aumentar la actividad física ya no tiene por qué ser una tarea desagradable. Examinemos lo que esto significa.
No nos engañemos, somos demasiado blandos. Nos cuesta levantarnos del sofá, utilizar las escaleras en lugar del ascensor o mover una pierna cada vez para desplazarnos por la ciudad. E incluso si no nos movemos, prácticamente podemos garantizar nuestra supervivencia moviendo un solo dedo. ¿Pero a qué precio? La movilidad se hace menos necesaria para la especie, pero no para el individuo. El individuo no se mueve, lo que lo enferma. Nunca ha habido tan poco movimiento. El movimiento siempre ha sido esencial para la supervivencia: movimiento para encontrar y obtener alimentos y agua, movimiento para desplazarse cuando es necesario, movimiento para construir refugios, movimiento para vestirse, movimiento para escapar de los depredadores y del peligro, y movimiento para sobrevivir en un entorno natural y diverso, con una variedad de movimientos a lo largo del día.
De nómadas cazadores-recolectores, para quienes esta movilidad diversa era esencial, pasamos a ser agricultores hace unos 10 000 años y nuestro estilo de vida cambió radicalmente en cuanto a movilidad. Vivíamos en asentamientos, nos volvimos más sedentarios y nuestros movimientos se hicieron más especializados y repetitivos. Con el tiempo, hace unos 200 años, entramos en la era industrial, en la que nos especializamos aún más y nuestra movilidad se hizo más restringida. Después llegó la era tecnológica, en la que el movimiento no sólo se hizo mucho más restringido, sino también mucho más especializado. No sólo la cantidad de movimiento es mucho menor, sino que la amplitud de movimiento también es muy limitada y repetitiva.
Y nuestro genoma - nuestro cuerpo - es esencialmente un cazador-recolector. Es lo que hemos tenido durante el 99% de nuestra evolución, 2,5 millones de años, y nos ha hecho lo que somos. Tenemos el cuerpo para movernos como se movían nuestros antepasados, aunque lo hayamos mejorado para movernos de forma sedentaria y (ligeramente) repetitiva, y aunque hayamos adaptado nuestro entorno para movernos como se movían nuestros antepasados.
Este planteamiento de adaptación evolutiva también debe tenerse en cuenta a la hora de decidir cómo proceder. Las exigencias físicas de nuestros antepasados han modelado nuestro genoma y, por tanto, nuestra capacidad para responder de forma óptima a los estímulos del entrenamiento y el ejercicio.
Nuestros antepasados tenían que moverse mucho a lo largo del día y de muchas formas diferentes, sobre todo en grupo y en distintos entornos. Los patrones de movimiento de este ancestro se caracterizan por el predominio de actividades físicas continuas de intensidad baja y moderada, como desplazarse, recolectar, mantener la ropa y el refugio, pero también actividades de alta intensidad de corta duración en momentos concretos, como la caza dispersa, la búsqueda y persecución de animales, el lanzamiento, la carrera y el transporte de presas, y muchas otras actividades de intensidad variable.
Nuestros antepasados no hacían ejercicio para estar sanos. Simplemente utilizaban sus cuerpos para realizar sus actividades cotidianas. No se especializaban en determinados ejercicios ni en determinadas capacidades físicas (fuerza muscular, resistencia, flexibilidad). Como animales no éramos especialistas, no éramos los más fuertes ni los más rápidos, sino grandes generalistas. Entre ellas, caminar y correr, saltar y aterrizar, colgarse y trepar, rodar y gatear, levantar y transportar, lanzar y atrapar, atacar y defender. Agacharse, ponerse en cuclillas, sentarse, tumbarse, levantarse, de diferentes maneras y en diferentes superficies.
El objetivo del entrenamiento humanimal es restablecer los patrones básicos del movimiento humano y mejorar su capacidad global, en lugar de aspirar a la especialización que caracteriza a muchos deportes y sistemas de entrenamiento actuales. Esperamos que nuestros cuerpos, cuando se expongan a estos estímulos, no sólo sean funcionales e independientes y puedan moverse sin molestias ni restricciones, sino que también funcionen con una salud óptima.
Queremos recuperar una relación más intuitiva e instintiva con nuestro cuerpo y nuestros movimientos, basándonos en los descubrimientos actuales de la ciencia del ejercicio, pero siempre centrándonos en aprender de los movimientos naturales de nuestros antepasados, que también son los nuestros.
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